En la Residencia Sanitaria de Oviedo
La generosidad y alta competencia profesional, tanto de los médicos, como del resto del personal sanitario de los diferentes servicios de los ambulatorios y residencias del Seguro Obligatorio de Enfermedad, son compatibles con el autoritarismo avasallador y dictatorial de algunos médicos. Vamos a relatar lo sucedido en la Residencia Sanitaria de Oviedo, al paciente de la Seguridad Social, Francisco Marín Torres, vecino de Avilés.El enfermo advirtió al director-cirujano que estudiara su caso detenidamente, puesto que él, como testigo de Jehová, no podía. recibir sangre en transfusiones, aunque sí, cualquier sustitutivo de la sangre, si se consideraba preciso.
El señor Sánchez Juan reaccionó violentamente contra el paciente, sin ningún respeto a su libertad y creencias, garantizados en la legislación del Estado, amenazándole con expulsarle del establecimiento, si se negaba a firmarle un documento, autorizándole a transfundirle sangre, si fuera precisa.
Como el paciente quiso hacerle comprender su imposibilidad de recibir sangre, poco después le trajo un escrito, para que el enfermo firmara su propia petición de alta en la residencia, a lo que se negó rotundamente el paciente.
Al día siguiente, el mismo cirujano, en su acostumbrado tono despectivo y violento, volvió a -preguntar al paciente si había cambiado de pensamiento respecto a las transfusiones de sangre. Como el enfermo le contestó que no, el señor Sánchez Juan le «contó» que había solicitado y obtenido del juez pertinente autorizacion para administrarle sangre, si lo creía preciso, pero no exhibió el documento.
Este caso adquirió cierta relevancia dentro de los servicios hospitalarios de Oviedo, donde un cirujano se ofreció privadamente al enfermo a operarle, sin sangre, en el hospital General de Asturias. El paciente aceptó esta oferta e hizo la petición de traslado al referido, hospital, pero no lo consintió el señor Sánchez Juan.
Ante aquella situación, la esposa del paciente se presentó al inspector jefe de los servicios sanitarios de la Seguridad Social, doctor Nieto, quien reconoció y garantizó el derecho del enfermo a elegir el lugar y medio terapéutico que creyera más oportunos y la dijo: «Dígale al director de la cuarta planta de mi parte, que permita el traslado del paciente al Hospital General de Asturias, y si no accede, vuelva usted por aquí hoy mismo, porque por esta razón no abandonaré mi despacho.»
La petición fue rechazada. En Oviedo no hay nadie que le opere sin sangre -contestó el señor Sánchez Juan- Tiene que operarse aquí y con sangre.
La esposa del paciente volvió de nuevo ante el citado inspector jefe y entonces éste la entregó para el señor Sánchez Juan la orden escrita de traslado. Pero sólo al día siguiente, y tras una llamada telefónica del mencionado inspector, se permitió el traslado del susodicho enfermo al Hospital General de Asturias,
Días después, y en el referido hospital, fue nuestro enfermo operado sin sangre y con pleno éxito por el doctor Serrat.
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