Pérdida para España y Portugal
Anthony Crosland es, sin duda, uno de los miembros más pro europeístas del Gabinete de James Callaghan, aparte, quizá, del propio primer ministro, cuyas reticencias de antaño ante el Mercado Común no fueron más, como hoy se ve -y como él mismo lo repite-, que una expresión de la «indigna ción del sindicalismo británico» (era la época en que Callaghan aún actuaba en las proximidades de las Trade Unions) frente a las veleidades nacionalistas del general De Gaulle: reticencias que se transformaron en firme entusiasmo al hacerse cargo Callaghan del Foreign Office, cuando Wilson ganó las elecciones de 1974. Crosland recibió el legado comunitario de Callaghan, y enlmenos de un año lo acrecentó en forma extraordinaria, al punto de que hoy Londres se está convirtiendo, junto con Bonn, en el eje de la unidad política de los nueve. Y la de los doce. Porque la idea de Crosland, lo mismo que la de Helmut Schmidt, ha sido siempre la de ampliar la comunidad hacia el Mediterráneo, es decir, «negociar inmediatamente» la incorporación de España, Grecia y Portugal, a pesar de las dificultades económicas, y a pesar también de. las zancadillas que en ese cam ¡no le puso en 1976 su propio y principal representante en la Comisión Europea, el conservador Christopher Soam es.
Su ya imposible retorno al Foreign Office puede interrumpir esa marcha integradora. Ninguno de sus posibles sucesores, incluido el señor Denis Healey, parecen dis puestos a sacrificar el propósito económico por el político. Con Crosland. FIspaña y Portugal perderán así a uno de sus mejores abogados en Europa.
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