Chirac acoge con indiferencia el discurso de Giscard d'Estaing
No me conciernen los propósitos del presidente de la República dijo Jacques Chirac al ser interrogado sobre los ataques, violentos en algún momento, lanzados anteanoche por el jefe del Estado en Bretaña contra el jefe gaullista y la oposición de izquierda. Mientras tanto, los medios de prensa y los partidos indicaron ayer que el discurso presidencial marcó el comienzo de la campaña electoral para los comicios legislativos previstos para 1978.Como parece lógico, la clase política giscardiana ha querido ver en el discurso de la villa de Ploermefel reencuentro del presidente con el tono, la autoridad y el empuje necesarios en vísperas de jornadas decisivas para el régimen y para Francia. En cambio, en los círculos gaullistas del rassemblement, el silencio sólo fue roto por esa breve declaración de su líder, Jacques Chirac.
Por su parte, la oposición de izquierda y la prensa independiente subrayan las contradicciones de un discurso en el que Giscard afirmó que no hay que contar con él para traicionar las ideas por las que fue elegido, y en el que aseguró, igualmente, que no dimitirá, si la izquierda gana las elecciones del próximo año.
Francois Mitterrand estimó que el discurso no fue histórico, sino defensivo, añadiendo que Giscard no habla más que del futuro porque el pasado es un fracaso.
La mayor parte de los comentaristas se interrogaban sobre el efecto del discurso de Ploermel, propio del hombre que se siente herido. ¿Ha llegado a tiempo para ganar de nuevo la confianza del pueblo? El director del vespertino Le Monde le recordó al presidente que, según las tradiciones gaullistas, por él evocadas en Ploermel, cuando uno se compromete afondo en un combate (las legislativas), no cambia de opinión si pierde, sino que se va. En ese sentido, la contradicción giscardiana, consistente en mantenerse, aunque gane la izquierda, para defender las ideas por las que fue elegido, está favoreciendo a la izquierda, ya que muchos pueden votar con más tranquilidad por esta última al saber que un presidente de derechas continúa en el Elíseo.
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