_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Violencia antidemocrática

Atentados y secuestros sólo permiten dos hipótesis. O hay dos grupos terroristas, uno de extrema izquierda y otro de extrema derecha, o hay uno solo.La primera hipótesis tiene en su contra el parecido de todos los asesinatos. No obstante, de verifi carse, demostraría de modo pal mario cómo ideologías opuestas, llevadas a un grado de fanatismo extremo, conducen a procedi mientos idénticos e igualmente criminales. El parecido, sin em bargo, es tan grande que cuesta trabajo achacarlo a la simple ca sualidad. ¿No tendrá la policía información obtenida de la sim ple investigación de los hechos para saber si hay o no coinciden cia en los atentados? De tenerla, ¿no podría hacerla pública?

La segunda hipótesis de un solo grupo, o al menos de una sola dirección de todo el terrorismo obliga a preguntarse sobre su filiación política. ¿Es demasiado partidismo afirmar que, de existir, esa dirección tiene que estar por fuerza en la derecha?

¿A quién puede interesar que no se llegue a la democracia? No a la izquierda, ciertamente, que después de tantos años puede Conseguir voz y voto en el capítulo. ¿A. la extrema izquierda quizá? (Me refiero, claro es, a la reconocida como tal por todos, y que tiene nombres y apellidos). -Hay algunos grupos que piensan, es cierto, que la democratización será un engaño y sólo acarreará un revoco de fachada. Son partidarios así de cambios más profundos pero -y eso es lo funda-mental- quieren conseguirlos con la movilización popular y la presión de la clase trabajadora.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Lo que.ninguno de esos grupos ha creido jamás, me parece a mí, como no lo puede creer nadie con dos dedos de frente, es que de una situación de caos y de violencia pueda beneficiarse el pueblo. Caos y violencia sólo llevaría.n obviamente a la «argentinización» o a la vuelta a la dictadura. Cualquiera de las dos cosas frenaría toda posibilidad de cambio, grande o pequeno.

Sí, ya sé -para responder a una, posible y lógica objeción- que ETA y el FRAP.son o han sido bien reales. Pero aparte de lo que se dice, no sé si con fundamentó, de que la primera está muy dividida y el segundo prácticamente desaparecido, la prensa ha publicadó declaraciones de ambos grupos afirmando no haber - participado para nada en la última oleada terrorista y nadie hasta ahora, que yo sepa, ha dicho lo contrario.

La violencia, también es verdad, no es exclusiva de este país. Pe,ro lo que nos dintingue de otros es que salimos de casi cuarenta años en que para el Régimen sólo había un enemigo: la izquierda y la democracia.

No ha de sorprender por ello que Cueste tanto a quienes participaron de esas ideas -y que siguen en el Poder por mucho que afortunadamente hayan cambiado- formular hipótesis tan contrarías a lo que pensaron toda su vida. Desde conocidos matutinos madrileños de derechas hasta los modestos policías que estos días han estad - o protegiendo locales y personas de izquierda, son muchos los que no acaban de creérselo. Y lo que es mas grave, tampoco parece creérselo el Ministerio de la Gobernación, que anuncia una persecucion implacable de terroristas, para acto seguido detener a mansalva a los de sierilpre, es decir, a la izquierda, por lo menos a la más radical.

¿Quién con sentido común y un mínimo de información puede pensar un solo segundo que grupos como MC, ORT, PT, CNT y otros -para no hablar de los archipacíficos republicanos de ARDE- tienen algo que ver ni de lejos con el terrorismo?

Lo que ocurre, en realidad, es que estamos saliendo de la dictadura con grandes dificultades, derivadas del hecho, a mi juicio desgraciado, de que el Régimen autocrático no desapareciera con rapidez.

Pero las cosas son como son y con tanto inconveniente algunos pensábamos que la ventaja del cambio al ralentí estribaba en su carácter pacífico.

Ahora, en cambio, tenemos casi únicamente los inconvenientes de la lentitud, la confusión y la violencia. Ventajas sólo queda una: la esperanza mitigada de que, pese a todo, se llegue al buen puerto de unas.eleccionesverdaderas y unas Cortes constituyentes de la democracia.

Sí antes nos cabía la sospecha de que el Gobierno no sabe (-) paripé o echaba balones fuera en las famosas conversaciones con la Oposición -de las que hay que esperar que empiecen a dejar de dar mucho ruido y pocas nuecesahora tenemos casi la convicción de qu e el Gobierno no sabe o no quiere o no puede atajar el mal de la vi olencia en su raíz. Ojalá me equivoque en esto como también deseo equivocarme al abrigar el temor de que el presidente esgrimirá el terrorismo para ir todavía más despacio, si cabe, en el cam mo hacia la libertad.

En cualquier caso, dentro de cuatro meses -si antes no nos va m , os todos al cuerno- saldremos de dudas. No es mucho, se dirá, conceder ese último' margen de confianza. Tal vez, pero tampoco seria excesivo pedir al Gobierno un mínimo de coherencia. Si de verdad quiere que venga la de mocracla, su obligación - y quizá sus posibilidades mismas de so brevivir hasta las elecciones- es triba en acabar con la víolenc i a de los antidernócratas. Y. por mu cho que cueste aceptarlo a algu nos, los antidemócratas están, no sé si exclusivamente, pero desde luego fundamentalmente. en la derecha.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_