Ayuda política y moral
EL CONGRESO de la Federación Popular Democrática y el posterior «encuentro con Europa » tia servido para que los demócrata-cristianos del mundo occidental, una de las grandes fuerzas hegemónicas de nuestro continente, presten sureconocimiento a los grupos integrantes del Equipo Demócrata Cristiano del Estado Español.En estos momentos de incertidumbre y temor, consti luye una inestimable ayuda política y moral saber que las dos grandes familias ideológicas que vienen gobernando los principales países occidentales -democristianas y socialistas- respaldarán nuestro proceso de democratiza ción. Aunque los sectores que propusieron en su día el va sallaje de España ante la Alemania hitleriana y la Italia fascista se escandalicen ahora hipócritamente ante los inevitables derroteros de la historia, es un hecho evidente que el camino hacia la unidad europea introduce factores nuevos en la propia configuración de las fuerzas políticas de cada país. España está inserta en Europa, lo que significa que es titular de derechos, pero también de obligaciones, entre otras, homologar sus instituciones políticas con el resto del mundo occidental e impedir cualquier situación que pueda contribuir a la desestabilización de esta estratégica zona del planeta.
¿Qué repercusiones tendrá en la política española el público reconocimiento por la «Internacional Demócrata Cristiana» de sus privilegiadas jinculaciones con el «Equipo» formado por los grupos de Gil Robles y Ruiz-Giménez, el Partido Nacionalista Vasco y las agrupaciones afines, catalana, gallega y valenciana? Este hecho se produce pocos días después de que el «Equipo» haya decidido, al menos por el momento, no integrarse en el Centro Democrático, alianza electoral ideológicamente heterogénea, pero en la qué participan agrupaciones cuya vocación demócrata-cristiana no ha recibido hasta ahora el respaldo de los grupos afines europeos.
Se puede trazar un paralelismo entre esta división y los obstáculos para la unidad de los socialistas. Pero la comparación sólo es válida en lo que se refiere a las repercusiones electorales. Porque las raíces; de la desuniófi de la familia demócrata-cristiana se remontan a las diferentes actitudes mantenidas por los dirigentes de unos y otros grupos bajo el franquismo.
En otro comentario editorial señallamos las razones que, a nuestrojuicio, hacen inevitable -y también justificada- la participación, en una alianza dernocrática de centro, de políticos que ocuparon cargos de elevada responsabilidad en el antiguo régimen. En el plano público, ocupan una posición simétrica a la de muchos españoles que, aceptando las fronteras del franquismo, desarrollaron su vida personal y profesional dentro de ese espacio y evolucionaron más tarde hacia convicciones sinceramente democráticas. Sin olvidarse que algunos de esos políticos dieron testimonio, aunque fuera en fecha algo tardía, de su desacuerdo con el régimen, perdiendo con ello privilegios y situaciones de poder.
La cuestión es compleja. Un distinguido dignatario del franquismo hasta 1956, el señor Ruiz-Giménez, ha sido aceptado como compañero por el señor Gil Robles; y un veterano disidente como el señor Alvarez de Miranda se ha sumado al Centro Democrático. La negación a la alianza .Por parte de la democracia cristiana española homologada por sus afines europeos ha sido el resultado del acuerdo entre el recién nacido Partido Popular y la antigua UDE, presidida hasta hace poco por el señor Silva Muñoz y estampillada por la ley de Asociaciones del Gobierno Arias. Quedan aún varios meses para las elecciones y, por tanto, tiempo para la reflexión y las negociaciones. El «pacto para la democracia» de las fuerzas del centro sigue siendo posible y nos atrevemos a señalar que hasta deseable. La incorporación del señor Fernández Ordóñez y de su grupo al Centro Democrático es un dato positivo. Al igual que la Junta Democrática y la Plataforma se fundieron en su día en un nuevo organismo (Coordinación Democrática), no es descartable que el Centro Dernocrático y el «Equipo» pacten, en pie de igualdad, una alianza de alianzas. Y en ese marco, en el que coexistirían con fines electorales cristíanodemócratas, liberales y socialdemócratas, tal vez pudiera irse forjando la unidad de los diferentes grupos de inspiración demócrata-cristiana.
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