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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Sexo en TVE

Ahora que el país es un puro sobresalto, Radio Televisión Española nos sobresalta con un programa de educación sexual que cogió de improviso al respetable, y que no sabemos si ha continuado o va a continuar pero que nos ha puesto dos rombos en el alma.

—Es la competencia del séptimo arte —dice el quiosquero—. Están poniendo Helga en carne viva, y Rafael Ansón no se va a quedar atrás.

Yo vi Helga en Europa, hace unos años, y estoy de acuerdo con Carlos Semprún en que es una película para carmelitas descalzas con problemas de conciencia. Pero aquí llega oportunamente la versión íntegra (ya pusieron otra con reparos), porque entre las cigüeñas políticas y culturales que estamos desmitificando, se encuentra incluso la cigüeña que trae los niños. La cigüeña, como los reyes magos son los padres, pero que no se entere López Rodó.

—La tele siempre había dado mucho sexo, desde que Rocío Jurado sacó todo el organismo en un programa— dice el parado.

Ahora, Pedro Carrasco le ha regalado a Rocío un collar de dientes de tiburón, y dicen que ella le ha dicho:

—Gracias, Pedro, pero lo que yo quiero es hacerme un rosario con tus dientes de marfil.

Tendrá que esperar a que se los salten en el ring. Antes de los dientes de tiburón. Rocío había puesto los dientes largos al personal y a los tiburones libidinosos con su famoso programa de destape, por no hablar del revolcón de Saritísima en Nochevieja, que todavía tiene en un grito a los padres de familia, o del vestido inconsútil y transparente de la otra Rocío, la Durcal, tan furiosamente femenina que Junior, a su lado, parece John Wayne.

—Lo que pasa es que la tele daba el sexy de las famosas, y ahora da sexo didáctico en general— dice el abrecoches.

Hele. Y a mí me parece que era mejor lo de antes. En la tele y en toda España, incluidos los colegios de pago, nunca hemos sabido nada de nuestro propio sexo, porque no nos lo han explicado, pero en cambio nos lo han explicado todo sobre el sexo de los famosos y las famosas.

Cualquier encandilada, pálida estudiante de las jesuitinas, sabe más del sexo de Marujita Díaz que del suyo propio. En la década de los sesenta, que fue la del desarrollismo, el neomarketing y los posters turísticos de Fraga con la ruta del románico catalán y la pesca de la trucha leonesa, se decidió por decreto que el país ya estaba maduro y empezaron a contarnos los líos de las españolas sin sostén, como diría Yale, pero de nuestros personales líos anatómico-freudianos nadie nos dijo nada, porque la educación sexual sana, estaba mal vista, salvo algún libro que escribía López-Ibor entre rosario en familia y rosario multitudinario del padre Peyton.

Me lo dijo una vez el gran médico Teófilo Hernando:

—Mire usted, Umbral, a esta consulta todavía vienen señoras que, a la hora de auscultarlas, me dicen: «Otro día, doctor, que hoy no vengo preparada.»

La española llevaba siglos sin prepararse, pero las cómicas, que siempre han sido las avanzadas del feminismo nacional, rompieron aguas un día, a despecho del artículo dos, y empezaron a contar en la prensa del corazón y de la placenta sus sentimientos genitourinarios. Hasta hoy, que ya lo sabemos todo de todas, sólo con seguir un poco de cerca las obras completas de Amilibia.

—La síntesis jefe, la síntesis— me apremia el abrecoches, que viene estos días vestido de Hegel pobre y quinqui de bien.

Mi síntesis es que aquí nunca ha faltado educación sexual en los mass-media, como creen los eternos descontentos a sueldo de Moscú, sino que se nos ha dado una educación sexual con nombres y apellidos. De la bolsa copulatriz de cualquier famosa sabe más la española media que de su propia bolsa.

A una profesora, ya saben, la han echado de un colegio de Málaga por do, más pecado había, y Martín Prieto ha escrito de ello en este papel con la precisión que le es propia. Información sexual, si: pero información sexual de la sexualidad de Nadiuska, porque la española decente no tiene de eso. Faltaba plus.

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