Introducción a viejos libros de música
La larga dedicación a la música de un tan gran melómano como inteligente bibliógrafo como es Carlos Romero de Lecea, ha arribado a un propósito cuya realización está en marcha. Movido por el deseo de ser útil a los demás, función social que Manuel de Falla otorgaba a la música, y a fin de que largas horas y jornadas de fruición estética o de solitario estudio no se conviertan en privilegio personal, Lecea se ha propuesto la reimpresión de una larga serie de Viejos libros de música.
El primer volumen, confeccionado por Romero de Lecea, bellísimamente editado y elaborado con la consulta a diversas person,alidades (Subirá, Sopeña, León Tello, Terni, Charles Jacobs), llega a nuestras manos la Introducción a los viejos libros de música, que forma parte de la serie Joyas bibliográficas. Si el libro ya es interesante en sí mismo, por lo que tiene de síntesis en su planteamiento y en su estructura, resulta apasionante por cuanto nos anuncia los tres libros de Marcos Durán, Ars musicorum, de Guillermo de Podio, Portus musice, de Diego del Puerto, El canto llano, de Alfonso Spañón, la Música práctica, de Francisco Tovar y El tratado decanto. llano, de Martínez de Bizcargui, serán reimpresos y puestos en mano de los estudiosos que, de este modo, tendrán en su propia biblioteca posibilidades de consulta de difícil e incómodo acceso hasta ahora.
En el panorama, más bien parco, de la bibliografía musical. española, la colección que Lecea propone se convierte en auténtico acontecimiento. Nada más esperanzador que la entidad de la Introducción, ya aparecida, dedicada a la Reina de España, muy distante de ser catálogo o resumen de intenciones para convertirse en un amplio panorama de nuestra música antigua, contemplado desde diver sos ángulos. En el apartado De la canción poética a la música aborda Romero de Lecea el estudio de la imprenta musical, la música y poesía popular a finales. del siglo XV y comienzos del XVI y el importante tema de los Incunables. Lo ritual, el sentimiento estético, en el siglo XV, «el de los grandes cambios», constituyen sujetos pre ferentes de la segunda parte de la obra. Estamos ante un tiempo en el que, como subraya Lecea, «Junto a la pintura, tan sólo en la clara pureza de su música ha cristalizado lo que de felicidad y serenidad del alma ha llegado hasta nosotros. »
Los siglos XV y XVI -los del Cancionero de Barbieri- dan ocasión al autor a aproximaciones, análisis, sugerencias y deducciones de vario orden: musical, sociológico, intelectual. Las relaciones entre «Música y Universidad», tan entrañadas en nuestra historia de la cultura y en la que fructifican figuras como Ramos de Pareja, la actitud entrañada del intelectual con respecto a la música, el repertorio tradicional (cortesano o popular), en sus poetas y en sus compositores, la iniciación musical en la enseñanza primaria, el mezenazgo, el estudio de las capillas cortesanas y eclesiásticas, son por su misma entidad temas apasionantes. Como lo son los que se refieren a los diversos aspectos de la música impresa, tratados ampliamente por Romero de Lecea en los dos últimos capítulos de su Introducción con claridad, concisión, detallismo y, cosa importante, ausencia de pedantería. Ya el primer tomo de la serie instala, con claridad, en su lugar exacto los propósitos del autor y promotor: seriedad y utilidad. Añadamos otro, bien importante: la voluntad de belleza en las ediciones sin caer en innecesaria suntuosidad. Por esa realización merece cita de honor el impresor Uguina, quien parece renovar los fastos de la antigua y clásica artesanía española de la impresión.
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