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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El viaje invernal de Schubert

A partir del año 1827, la soledad, la angustia, se adueñan de la vida de Schubert, quien, con certero presentimiento, ve acercarse la muerte. Una enfermedad comienza a obligarle a guardar cama intermitentemente. Sufre dolores de cabeza, parálisis temporal desvanecimientos repentinos. La muerte de Beethoven, el 26 de marzo, le afecta profundamente. Sin embargo, asombra y conmueve pensar en la formidable montaña de belleza levantada ese año por un hombre extenuado, al borde de la muerte. De todas esas obras, entre las cuales se encuentran los cuatro últimos Impromptus, el Trío en si bemol, algunos Momentos musicales, las tres últimas sonatas, el Quinteto en do mayor, la Gran sinfonía y la Fantasía en fa menor, nos quedamos con las 38 canciones que escribió durante dos terribles años de esforzada labor crea dora. Se expresa en estos lieder, sentidos íntimamente, la más exacta biografia de un hombre que ha amado mucho la vida y no espera ya nada de ella.

La aparición en discos del Winterreise viene a poner a disposición del aficionado español uno de los ciclos de canciones más importantes de la historia de la música. Para escribirlo, Schubert se ha servido de unos poemas de Wilhelm Müller (1794-1827), del que ya había utilizado otros poemas, los de su ciclo La bella molinera. Versos de tristeza abrumadora, sin concesiones preciosistas, desde Gute Nacht, con la presencia de la muerte, hasta El organillero, que camina descalzo sobre los helados senderos, van a ser re flIjados genialmente por la música patética y desesperada de Schubert. Acierta Sopeña cuando dice que este viaje por los aspectos más tristes, más desoladores, del paisaje invernal, se convierte en un viaje interior por el invierno del espíritu. Y esto lo consigue el artista con un dominio de la técnica, que hace de Winterreise una de sus obras maestras. Las combinaciones armónicas y rítmicas son siempre audaces, así como la invención melódica, que ha dejado de ser tierna o alegre para convertirse en algo más áspero, monótono, que realza el alucinado dramatismo de los textos.

Es imprescindible aludir también a la conseguida unidad de la obra. Ya advirtió Salazar a propósito de Winterreise del riesgo, y de ahí el fracaso de tantas óperas románticas, que supone para el músico la falta de rigor constructivo en cuanto hay una acción dramática por medio. Schubert ha logrado aquí que todo sea coherente, lo cual indica que ha sabido estructurar su obra.

Un clima de sufrimiento emocional traspasa todo el ciclo. Se comprende la alarma y consternación de los amigos cuando el compositor cantó para ellos, una tarde del otoño de 1827, aquellos lieder tan sombríos.

El músico vienés había escrito estas canciones pensando en una voz de tenor, aunque él mismo.transportó algunas de ellas para voz grave, tal vez para oírselas a su amigo el barítono Joseph Vogl. Además, debido a su carácter, las canciones no pierden sino ganan en intensidad dramática y expresión cuando son entonadas por una voz grave. Máxime cuando corresponde a un artista de la categoría de Dietrich Fischer-Dieskau, supremo exponente de la escuela liederística alemana. Hablar ahora de los matices que técnica y voz, tan flexibles como la suya, son capaces de obtener de un género y un autor que conoce como nadie, es cosa baladí. Cabe decir lo mismo de un maestro del piano acompañante como Gerald Moore.

El album, de dos discos, se completa con la grabación íntegra, por los mismos intérpretes, de las catorce canciones póstumas de Schubert, Schwanengesang, las siete primeras sobre poemas de Rellstab, las seis siguientes sobre Heine y la última de Seidl.

Junto al elemento sombrío de El viaje invernal, recuperamos el cordial y alegré espíritu del compositor, su fluida vena melódita. En el Canto del cisne se recogen algunas de las más bellas y populares melodías de Schubert.

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