Sociología de la foto
Situación tristemente paradójica la de la fotografía. Por una parte tenemos en ella al medio más que centenario (de 1839 data la famosa declaración del diputado francés Arago, divulgando a todo el mundo los secretos del daguerrotipo) que aparece históricamente como la materialización de un sueño ancestral: fijar la imagen de la naturaleza de modo «mecánico», con el auxilio de la cámara oscura. Su trascendencia, desde este punto de vista es enorme: gracias a ella, se pensó, el mundo ya no se interpretaba, sino que se «reflejaba»,se reproducía «tal como era». ¿Por qué, pues, extrañarnos del revuelo ante su aparición? «La pintura ha muerto, habría dicho, con no poca razón. Delaroche, después de la comunicación de Arago. La misión del artista no iba a ser ya más la de un intérprete artesanal (habilidad técnica y manual) del espacio imaginario socialmente aceptado (cubo espacial, vigente desde el Renacimiento); tampoco la de un notario más o menos escrupuloso de la imagen física de la aristocracia y la burguesía (retratos individuales o familiares). La fotografía toma el relevo.
La fotografía como documento social,
IIiu Persis Akal, Editor, Madrid. 1976
de Giséle Freund
Col. Punto y Línea.
Ed
Gustavo Gili, Barcelona. 1976.
Sus progresos técnicos, ininterrumpidos hasta nuestros días, harán posible un progresivo incremento en el grado de iconicidad o verismo en la representación, su multiplicación y abaratamiento (uso del negativo. imprentas fotográficas...) y, finalmente, la casi desaparición del especialista en la obtención de la imagen (cámaras de bolsillo a precios as laboratorios de aficionados. etcétera). Así, de modo inevitable, la imagen ideal de nuestra época no será pintada, sino fotográfica. Las consecuencias de todo esto en los órdenes sociológico y estético-perceptivo son tan importantes y evidentes que no podemos menos que mostrar nuestra perpleja admiración ante la otra cara de la realidad fotográfica: su silenciamiento sistemático, la casi total ausencia de atención teórica por parte de quienes más debían haberse ocupado de su significado y de sus modalidades expresivas: sociólogos y, especialmente, historiadores del arte. A pesar de la dedicación de unos pocos autores (Vigneau. Aaron Scharf, Van Deren Coke.. .), cuyas obras no han sido todavía traducidas al castellano, tenemos todavía mucho que aprender sobre las relaciones pintura-fotografía, fotografía y sociedad, o acerca de las implicaciones del medio en los hábitos perceptivos de las masas con su prodigiosa difusión reciente en la prensa de gran tirada, en el cine o en la televisión.
El papel de la fotografía
Este vacío, notorio a nivel internacional, pero más acusado en nuestro panorama cultural, justifica por sí mismo la traducción de cualquier roque aborde parcial o totalmente esta temática y. muy especialmente.
Photographie et Societé de Giséle Freund. Hay dos cosas destacables en este trabajo: la primera, la personalidad de la autora, que ha recorrido el mundo ejerciendo su profesión de fotógrafo, que conoce bien el oficio y que ha procurado ponerlo al servicio de sus convicciones antifascistas. Giséle Freund, como teórica e historiadora, ha sabido comprender que el nacimiento y el desarrollo de la fotografía son inseparables del creciente protagonismo de las masas en el seno de la vida social, y de la progresiva aspiración de las mismas hacia formas de vida más democráticas. En segundo lugar, este libro es importante porque supone un intento de explicación histórico-social de los principales logros y figuras de la fotografía. Gracias a G. Freund entendemos mejor qué papel ha jugado el nuevo medio en la ascensión de las clases medias a lo largo del siglo XIX, las relaciones entre Nadar, los impresionistas y la cultura oficial del siglo XIX, cómo se ha gestado un lenguaje específicamente fotográfico y cuál ha sido su papel en el periodismo contemporáneo. Es cierto que muchas explicaciones nos parecen esquemáticas o insuficientes y que no se ha prestado atención a lo que de nuevo o heredado pueda haber en la visión fotográfica. Pero cada libro tiene sus exigencias y no quisiera caer en la tentación de culpar a estudiosos diligentes de las omisiones y lagunas (imputables, en general, a la cultura burguesa de nuestro siglo.
Babelia
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