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Tribuna
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Año cero de una nueva forma de lucha para el Este y el Oeste

Durante los últimos doce meses, en Europa occidental ha comenzado lo que el general Haig comandante supremo de las fuerzas de la OTAN. calificó en una reciente reunión de la Alianza, de «reestructuración del frente estratégico» del mundo atlántico. Tanto la CEE como los Estados Unidos parecen decididos a situarse en 1977 en una posición relativamente nueva, tanto en lo que se refiere a su «diálogo», cada vez más tenso, con el Este y con el Tercer Mundo, como en lo concerniente al esquema de relaciones y objetivos de sus fuerzas y componentes internos. Por ahora, en medio de una crisis -no sólo económica- sin precedentes en los últimos veinte años, el único aspecto positivo de esta «reestructuración» inaugural surge del hecho de que ha sido promovida. en buena medida, más por las presiones de la opinión pública -sobre todo presiones electorales- que por los responsables directos del poder. En ese sentido, lo dicho por el señor Giscard d'Estaing a comienzos de diciembre, en la «cumbre» europea de La Haya -un «fracaso del que pueden salir éxitos futuros»- resulta bastante válido: «Europa -anunció- empieza otra historia».Si el presidente francés dijo «Europa» y no «Europa occidental». es porque el fenómeno de «reestructuración histórica» se está dando también en la llamada Europa socialista, aunque con una diferencia que con el tiempo puede llegar a ser fundamental: mientras en el Oeste es la opinión pública la que en cierta forma empuja a sus dirigentes por los nuevos caminos en el Este ocurre lo contrario: son los dirigentes, como se ha visto, por ejemplo, en Polonia, los que tienen que empujar, a veces en abierta contradicción con sus «masas». En uno y otro campo se observan procesos iguales con dinámicas distintas.

La naturaleza de los sucesos registrados en la CEE y en los Estados Unidos durante 1976 confirma esa divergencia dinámica, y a la vez revela la comunidad de designios estratégicos del «capitalismo» y del «socialismo» industrializado.

a) El 4 de septiembre, los partidos «burgueses» suecos desalojan del poder a la social democracia del señor Palme, que lo había detentado durante 45 años.

b) El 2 de octubre, la socialdemocracia alemana se impone en las urnas a la democracia cristiana de los muy conservadores Kohl y Strauss, pero a costa del sacrificio de su programa social, lo cual le vale ahora -curiosamente después y no antes de los comicios- los reproches de la central sindical (DGB).

c) En Finlandia, Kekkonen se ve obligado a formar un gobierno de centro derecha, con el visto bueno, claro está, de la Unión Soviética.

d) En el congreso de Blackpool del laborismo británico en el poder, Callaghan y Wilson someten sin mayores dificultades a las Trade Unions al yugo del «contrato social» de 1974 e incluso promueven una campaña contra la izquierda «trotskista» del partido dirigida por elevación contra el señor Foot. Es ésta la primera vez en la historia política de Callaghan y Wilson que ambos se lanzan en esa dirección y también es la primera vez que Foot calla. Pocas semanas después los «tories» logran éxitos parciales en varios distritos y ahora hasta el sumiso -y derechista- Prentice se atreve a rebelarse contra el también derechista Callaghan, a quien quiere arrebatarle, precisamente, la jefatura de la derecha laborista. La «izquierda» no política, sino sindical, es la que protesta contra Callaghan que ha aceptado sin más los dictados del Fondo Monetario Internacional: pero son muchos los que sospechan que esas protestas gremiales contra Callaghan -cuya carrera se ha desarrollado siempre dentro y no fuera de las Trade Unions- no tienen el propósito de hundir sino de salvar a Callaghan, o por lo menos al laborismo.

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e) En Francia reducto junto con Italia de la izquierda europea, el señor Chirac se siente suficientemente fuerte para separarse de los republicanos y radicales liberales -y de un presidente que es sin duda la figura más prestigiosa del centro derecha francés-, y «recrea» un gaullismo más nacionalista y conservador aún que el del propio De Gaulle. A su vez, Giscard d'Estaing no vacila, a pesar de la presión de la izquierda, en poner en marcha un plan de austeridad económica. aprobado holgadamente en la Asamblea, y, al que la izquierda ha criticado sólo con discursos, pero no con huelgas generales. Simultáneamente, en las elecciones legislativas parciales de noviembre Chirac avanza sobre Giscard, y Mitterrand sobre Marchais, que encarnan, por así decir, la derecha del Gobierno la derecha de la oposición. Esto le permite a Chirac erigirse en dictador absoluto de los «barones» gaullistas, y a Mitterrand negarle al PC en Marsella la lista única.

f) En Italia, el muy moderado Andreotti propone e impone en realidad con menos votos que Berlinguer, otro régimen de restricción económica, aprobado con la hipócrita abstención de todos. Incluída la del señor Berlinguer, quien por su parte silencia a Longo -y hasta a Améndola, lo que ya es mucho en el comité central del PC-. Paralelamente, el socialista Craxi se acerca a las tesis de Carter y de Brandt, esto es, a la sociaIdemocracia «conservadora».

g) En los Estados Unidos, las urnas de noviembre se inclinan hacia la política de «claridad» del señor Carter. ¿En qué consiste esa «claridad»? El senador Kennedy se lo habría explicado, al parecer, al señor Craxi en Roma: «No es el fin de la política de Kissinger, sino el fin de su ambigüedad. Carter desea una delimitación precisa de los recursos políticos, económicos y militares de occidente». Un mes más tarde, el 27 de diciembre, el propio Carter actúa contra la «ambigüedad». y luego de una singular tolerancia -o ambigüedad- hacia el eurocomunismo durante su campaña electoral, se declara, de pronto. «preocupado» con el tema.

h) La OTAN también se ocupa del asunto en su «cumbre» de Bruselas. y además deja escapar, por primera vez en quince años, un grito de alarma frente al poderío militar del Pacto de Varsovia, y reclama a sus miembros «nuevos y mayores esfuerzos». Luns rechaza de plano «toda posibilidad eurocomunista» en la Alianza. y de rebote en la CEE. A la misma hora, en el Este resucita el «culto a la personalidad», y el señor Brejnev, mientras celebra. su cumpleaños con ceremonias de acatamiento de Budapest. Berlín, Varsovia y las demás capitales del área, hace un nuevo llamamiento a la austeridad económica y pide también «nuevos esfuerzos» al Pacto. Finaliza, aparentemente, la era del consumo, inaugurada en 1969. Igual que Fukuda y Giscard d'Estaing, el lider soviético, en una insólita reunión con periodistas occidentales el 28 de diciembre, invita a Carter a otra «cumbre».

Los acontecimientos reseñados anticipan una nueva orientación histórica, paralela y correspondiente, en cualquier caso restrictiva, dentro de las fronteras de cada uno de los dos polos industriales y estratégicos, y también en China, donde la línea de Chu se ha hecho ya con el poder absoluto. Se comprende así que en 1976 se haya liquidado, como lo apuntó el agudo Aaron hace unos días en Madrid, el tiempo de los enfrentamientos ideológicos interbloques, para ir a un enfrentamiento, no «histórico, sino con la Historia»; y todo ello sin matar las ideologías. El señor Brejnev a su modo, ha dicho otro tanto, cuando el pasado martes 28 les reiteró a los periodistas occidentales que no amenaza ni se prepara «para atacara nadie». Ya se verá en que consiste exactamente ese enfrentamiento con la Historia. Por el momento. todo indica que hombres como Giscard d'Estaing y Mitterrand. Carter Y Brejnev. Brandt y Kolh o Andreotti y, Berlinguer se disponen a emplear en esa lucha -en la que todos parecen ocupar un frente común- ya que no las mismas ideas, sí, probablemente los mismos recursos.

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