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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Tres sombreros de copa

A Miguel Mihura, con motivo de la academia, le tomaba el pelo el otro día, tiernamente, Buero Vallejo, en Valentín:-Miguel, ahora tendrás que hacer fichas y notas y papeletas Tendrás que trabajar.

-Pero yo no se hacer fichas se defendía el pobre Miguel.

Mihura, en Tres sombreros de copa, incorpora genialmente al teatro y a la vida un viejo truco del circo: -el del malabarista que no sabe hacer malabares. Los tres sombreros de copa que voltea en el aire, se le caen siempre al suelo. Pero es igual. El dice hop y la gente le aplaude lo mismo. Pienso que la reforma política del Gobierno es en alguna medida el juego de los tres sombreros de copa.

Adolfo Suárez, tan adolescente, es un poco como el protagonista de la función de Mihura. Un hombre que viene de la pequeña burguesía conservadora (políticamente hablando) y va o iba hacia un destino mediocre. Pero de pronto ve pasar ante sí la turba hermosa y libre del circo, de la democracia, de la alegría: una vida diferente, más ancha y mejor. Queda deslumbrado y quiere irse tras los demócratas y los europeístas como el otro quería irse tras los contorsionistas y las ecuyeres.

Pero a Suárez, como al Gobierno en general demócratas y malabaristas de afición, como realmente son, siempre se les caen los tres sombreros de copa al suelo, lo cual no obsta para que les aplaudamos con entusiasmo, porque nos caen bien y están empezando.

El sombrero de copa de Carrillo, que Carrillo se ponía encima de la peluca, también se les ha caído al suelo con la detención del secretario del Partido Comunista. A ver quién le pone ahora otra vez a Carrillo su sombrero de copa de baranda del pecé para que siga apareciéndose al personal en pisos céntricos.

Luego estaba el sombrero de copa del referéndum. Era ese sombrero del que hay que sacar una paloma, un conejo y un pañuelo de hierbas. Era el tercer sombrero. El Gobierno ha sacado de él una canción. una mayoría absoluta, una abuela de España, un pueblo entero. Consuegra. y un proyecto de reforma. Nunca un sombrero había dado tanto rendimiento ni siquiera en el circo. Pero también se nos ha caído al suelo con los otros dos, cuando el terrorismo te ha pegado unos tiros en el aire, como en el Oeste al sombrero del sheriff.

Los protagonistas de Mihura jugaban con tres sombreros. El Gobierno tiene que jugar con muchos más. La manifestación de policías los secuestros. los asaltos a los bancos, los paraguazos, los carteros de la oposición y la amnistía. Unos sombreros se caen al suelo, otros, ya digo, se quedan en el aire para siempre, como misteriosos cometas, y cuando algún sombrero queda en la cabeza del presidente, éste se lo quita y saluda sonriente y satisfecho al personal:

-Llevaremos adelante nuestra reforma.

Pero es igual. Hagan lo que hagan y aunque todos los sombreros les rueden por el suelo, el personal circular del espectáculo les aplude y les vota sí, porque éste es un dato con el que no han contado los sociólogos de izquierdas ni los eternos descontentos: que la mayoría silenciosa despolitizada y el graderío de los jueves por la tarde con Globos ha otorgado su confianza y en su simpatía a los jeunes feuilles en fleur, por nuevos, por inexpertos y por que sí.

Estos días se habla mucho del teatro de Mihura, pero no se habla de su prosa de sus artículos. que es lo verdaderamente en genial. En un cuento de Mihura, a un matrimonio español y honesto le nacen todos los hijos noruegos. Pienso que al matrimonio español Iglesia-Estado tambien le han nacido todos los hijos noruegos o sea demócratas. Y eso es lo que hace más difícil el juego de los tres sombreros de copa del Gobierno. Que ahora hay que gobernar para noruegos.

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