Difusión musical en España: la radio
El medio radiofónico es el básico en la difusión de la música, por sus propias características.Resultó curioso cómo el fenómeno de la aparición del microsurco, en sus facetas de 45 rpm y 33 rpm vino a producir un auténtico cambio en la música ligera difundida por la radio en el país. Y de este cambio se aprovechó básicamente la música anglosajona y derivada del rock cuya invasión fue paralela a la de estos nuevos sistemas de reproducción sonora. Nuestros años cuarenta estuvieron marcados por una potente promoción de la canción española y los géneros hispanoamericanos, que llegaron a su culmen con los mitos de Jorge Negrete y Antonio Molina, por citar un par de ellos. Este fue un primer desequilibrio producido por los nuevos discos, pero también hubo otro, proveniente del uso habitual de la hig fidelity (alta fidelidad) y que consistió en la progresiva eliminación de la música interpretada en vivo, cuya reproducción se convertía en bastante más complicada y cuya perfección difusora estaba muy lejos de poder competir con la sofisticación de los medios discográficos. Fue de esa forma como dejaron de escucharse aquellos nombres tan promocionados como los maestros Valero o Cisneros, y tantos otros que han quedado en el recuerdo de una etapa romántica de la radio, en estudio, grande en vivo y en cadena.
Los primeros cambios
Nombres concretos comenzaron a cambiar la estructura de los programas musicales, ya sea en la forma o en el repertorio. Angel Alvarez y Pepe Paláu, sin cambiar radicalmente su manera de dirigirse al público, se acercaban a la música standard norteamericana. Por su parte, Raúl Matas, aportando un nuevo lenguaje radiofónico, aprendido también en Estados Unidos, daba paso a los jóvenes españoles y a parte del repertorio hispanoamericano, dejando la música americana reducida casi exclusivamente a la información de su corresponsal de turno desde Nueva York. Y así el disco comenzó a salir en cadena, multiplicando entonces su potencia captadora. Y de ello se dan cuenta rápidamente tanto los artistas como las compañías discográficas, quienes con mayor o menor ímpetu se entregan ya a una dura competencia por ir copando la mayor cantidad de ese tiempo de antena, del que entienden no únicamente el valor de su provecho, sino de la eliminación del uso por parte de otros. La colaboración que así se inicia entre artistas y compañías con los presentadores musicales es la espoleta de la gran explosión de la música pop en España, que culminará en los años setenta dominando el 80% del mercado. La Cadena Nacional tiene en Méndez Vigo y Mantilla a dos expertos y entusiastas, pero los jóvenes piden juventud en las ondas también. Matas y Paláu, a través de la Cadena Ser, desde su emisora central, Radio Madrid, no pueden cubrir todos los espacios, y sus emisoras de provincias son aún reductos demasiado tradicionalistas, así que una cadena radiofónica, recién nacida, la COPE, se va adueñando poco a poco del mayoritario público juvenil, y se convierte en foco de atención de la industria discográfica. Su gran defecto es el de no poseer un auténtico funcionamiento de cadena, y esto repercutirá decisivamente en el progresivo dominio que la Cadena Ser va tomando de las conexiones más estrechas con la industria del disco. El gran catalizador de todo esto será Tomás Martín Blanco, que reúne las condiciones de profesionalidad, imagen y amplio equipo colaborador. El montará El Gran Musical, y con él las primeras grandes operaciones de colaboración estrechísima con las compañías discográficas, como el gran lanzamiento de Los Bravos, la operación con mejores resultados de la historia del disco español. A partir de ese momento, la Cadena Ser se convertirá en el canal primero de promoción de discos y artistas en España. Radio Nacional continúa impasiblemente dejando sus programas más en manos de expertos comentaristas que en auténticos animadores y agitadores de masas musicales, que al fin y al cabo eso es lo que son en España los los disc-jockeys. Y son muchos ya a mediados de los sesenta porque superan el centenar, aunque para los setenta ya llegan a más de quinientos.Varios intentos de asociación se van al garete porque gran parte de estos señores no entienden ni jota de música pop o rock y se autonominan disc-jockeys para recibir los numerosos envíos discográficos de las compañías. No se olvide que estamos en la España en desarrollo. En este momento, el paso de Martín Blanco a niveles ejecutivos va a poner en crisis la situación. Su retirada del micrófono a la Jefatura de Programas Musicales de la Ser viene motivada por la extraordinaria importancia que éstos alcanzan y porque con una aguda vista comercial, como siempre ha demostrado la Ser, el público joven y la industria discográfica han alcanzado una extraordinaria potencia, adquisitiva y de negocio, respectivamente, y la radio es el medio ideal para poner en contacto al producto con su comprador. A partir de ese instante cambia todo el panorama y la política difusora de la música pop en nuestro país también va a cambiar, precisamente, en su momento de esplendor, cuando podría haber iniciado una carrera ascendente hasta el día de hoy, cosa que no ha ocurrido.
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