Altamirano: "Estábamos indefensos ante la burguesía apoyada por Nixon"
EL PAIS: ¿Cuáles son sus impresiones sobre el congreso del PSOE al que usted asiste?Altamirano: Este congreso es histórico para el PSOE. Lo que más nos ha llamado la atención es la gran juventud de la mayoría de sus delegados su espíritu entusiasta, la comisión ejecutiva presidida por Felipe González confiere juventud a la dirección del PSOE y al, mismo tiempo gran seriedad y profunda responsabilidad. El discurso de Felipe fue muy serio, sin concesiones al aplauso o a la demagogia, y además, el congreso se ha visto realzado por la presencia de grandes personalidades de los partidos socialistas y socialdemócratas de la Europa capitalista; su participación en este congreso significa un gran respaldo no sólo al PSOE, sino también al conjunto de las fuerzas democráticas españolas. También están presentes delegados de fuerzas políticas y movimientos de liberación de Africa y América.
Personalmente, pienso que España no debe olvidar lo que se ha dado en llamar Tercer Mundo. El PSOE está en las mejores condiciones para entender que las fórmulas políticas válidas para Europa occidental no pueden aplicarse matemáticamente a nuestros convulsionados continentes. Ni tampoco se puede olvidar que nuestro subdesarrollo es en gran medida producto de su desarrollo.
EL PAIS: En Europa se plantea, en cierto modo, una polémica entre socialismo y socialdemocracia. ¿Es también éste el caso de América latina?
Altamirano: No, en América latina los problemas básicos son mucho más elementales; miran al colosal imperialismo, a las gigantescas diferencias de vida entre las minorías oligárquicas y las inmensas mayorías de obreros y campesinos pauperizados. En América latina habrá quinientos millones de personas dentro de quince años; de ésos, el 5% viven en niveles semejantes a la alta burguesía europea y norteamericana, y el 95% restante a niveles africanos.
La violencia reaccionaria ha presidido la vida continental. Estados Unidos apoyan el mantenimiento de estructuras represivas.
No fuimos nosotros los que destruimos una democracia secular y única en América; fue el líder del «mundo libre» el que prefirió defender los intereses de tres grandes multinacionales productoras de cobre, a los intereses de un pueblo libre y democrático expresado en las urnas. Lamentablemente, en Chile ha quedado una vez más demostrado cómo el sufragio puede dar el Gobierno, pero no el poder para gobernar.
No creemos que ésta sea una ley invariable -la situación de Europa es suficientemente distinta a Africa, América o Asia, pero por eso no saquen los españoles, los europeos, consecuencias mecánicas de la tragedia chilena, como tampoco nosotros debemos exportar modelos de vida y fórmulas políticas válidas para el socialismo europeo
EL PAIS: Además de la intervención norteamericana, ¿no tuvo también la izquierda chilena su parte de responsabilidad en lo ocurrido?
Altamirano: Sí; pero situemos la cosas en su lugar. La causa principal de nuestra derrota fue que nosotros estábamos indefensos frente al poder armado de la gran burguesía chilena, apoyada por Nixon y Kissinger.
Es claro que también nosotros cometimos errores que facilitaron la acción desestabilizadora propugnada por la CIA, y que se expresó en el boicot financiero, en una gigantesca campaña del terror, en el desabastecimiento artificial, y en general, en la intromisión grosera en nuestra vida nacional.
Nuestros errores básicamente apuntaron a una subvaloración del papel decisivo que las capas medias y su ideología pequeño-burguesa juegan en la sociedad chilena. Además, no existió una concepción única estratégica en la dirección de la Unidad Popular.
En el plano económico, también se cometieron equivocaciones, que en último término se expresaron en el olvido de ciertas normas monetarias básicas, que contribuyeron a agudizar el proceso inflacionario.
EL PAIS: La elección de Carter como nuevo presidente de Estados Unidos, ¿cree usted que cambia algo el panorama?
Altamirano: En lo fundamental, el presidente de Estados Unidos expresa los grandes intereses de las empresas multinacionales. Además, las posiciones de Carter en términos generales, no han de mostrado ser muy progresistas. Sin embargo, en el caso concreto de Chile, éste condenó repetida y reiteradamente a los junteros fascistas, y criticó al Gobierno republicano de Estados Unidos por haber preparado y financiado el golpe militar en Chile. Pinochet ya se ha adelantado para crear mejores condiciones en la futura negociación con Carter: inmediatamente de elegido Carter, aparece ante el mundo con algunas medidas aparentemente liberalizadoras, concretamente dejando en libertad a trescientos de los miles de presos políticos que hay en Chile.
Si, en definitiva, al futuro Gobierno de Estados Unidos le basta con pintar ligeramente la fachada de una dictadura ominosa, brutal y sangrienta, será un problema de ellos. Nosotros sólo creemos en la fuerza de nuestro pueblo, en la lucha del pueblo chileno y en la fuerza solidaria de todas las fuerzas democráticas del mundo y del campo socialista, que sí quieren extirpar de raíz el cáncer fascista en Chile.
EL PAIS: ¿Cuál es la situación actual en Chile, y qué perspectivas ve usted al régimen de Pinochet?
Altamirano: Chile es un país demolido. Tres años de fascismo le han marginado de la Historia. Constituíamos una nación singular, con una larga tradición democrática lograda a través de las luchas de nuestro pueblo, con su patrimonio cultural que nos enorgullecía; teníamos un avance industrial aceptable. Hoy, todo este patrimonio democrático, cultural y económico, está destruido. Chile ha pasado a ser una factoría norteamericana. La inflación es, según cifras oficiales, cerca del 200%; la desocupación alcanza un 20 %; el producto nacional cayó verticalmente (1975 menos del 16 %). Hemos sido expulsados del Pacto Andino, pacto que favorecía extraordinariamente a nuestro crecimiento industrial. Nos encontramos frente a una seria discrepancia con Perú y Bolivia. La propia situación con Argentina no es la mejor; el Gobierno Videla trata de establecer sus diferencias.
EL PAIS: ¿Cree usted que socialistas y comunistas pueden caminar juntos?
Altamirano: En Chile hemos caminado juntos desde 1956. La unidad socialistas-comunistas fue la piedra angular sobre la que se construyó el más vasto movimiento de masas que ha conocido nuestro país. Esta unidad favoreció a ambos partidos y expresa básicamente la unidad de la clase obrera, del proletariado chileno.
EL PAIS: ¿Cuál es su actividad actual?
Altamirano: Mi actividad actual es apoyar, fortalecer y coordinar la inmensa solidaridad mundial en favor de la causa de Chile. Todas las fuerzas democráticas, progresistas y socialistas del mundo han condenado a Pinochet. Mi tarea y nuestra tarea ha sido coordinar esta lucha.
Orlando Letelier fue asesinado en Estados U nidos. El pensaba que estaba en lugar seguro. Se equivocó. La DINA (aparato de torturas en Chile) tiene ramificaciones importantes en Europa. Asesinaron a Carlos Prat, en Argentina, e intentaron asesinar a Bernardo Leigthon en Roma, un político democristiano.
EL PAIS: ¿Es posible saber cómo salió usted de Chile?
Altamirano: Todavía no hay respuesta para esa pregunta. Todavía se sigue entrando y saliendo de Chile.
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