Las cinco Españas, ante el cambio político
El pasado día 16 se iniciaba en las Cortes el debate que condujo al hecho más trascendental de la política del Gobierno respecto al cambio político. La nueva ley supone en sí misma la concreción de una serie de especulaciones, supuestos y promesas que, en las páginas de prensa, en las intervenciones públicas de los políticos y en las conversaciones del hombre de la calle concentran la mayor atención.El mismo día 16, horas antes del comienzo de los debates, finalizaba la toma de datos de un estudio sociopoítico que ha permitido definir, por primera vez y en profundidad, el conjunto de inquietudes que sienten los españoles, ante la nueva etapa de nuestra historia. El tiempo transcurrido desde entonces ha permitido procesar los resultados, analizarlos y explicar dichas actitudes con sus proyecciones sociales. En definitiva, medir la incidencia que pueden tener sobre la ideología y el comportamiento electoral futuro de nuestra población.
El trabajo en cuestión responde a un propósito esencialmente informativo, pero lo suficientemente aislado de los últimos, acontecimientos, cuyo desarrollo podría condicionar las verdaderas opiniones y actitudes que deseábamos medir.
En efecto, antes del 16 de noviembre de 1976 y durante el primer año de Monarquía se ha podido constatar que la población española responde a patrones civilizados puestos en duda durante muchos años. Sin embargo, es precisamente ahora cuando van a poder conocerse los "estilos" del Gobierno, el poder de la oposición y la capacidad de un pueblo que se encuentra a sí mismo.
Por eso, precisamente porque desde el día 16 empiezan a ser realidad. algunos hechos previstos, porque desde entonces muchas opiniones y actitudes empezaron a cambiar, hemos querido detener en ese día la recogida de información; porque así reflejará la situación limite de una cadena de impresiones, supuestos, angustias y deseos.
¿En qué medida esa opinión es ya, hoy, distinta? ¿Sería la misma si la ley hubiera sido frenada en las Cortes? ¿Cómo puede variar en función del comportamiento del Gobierno en los días que preceden al referéndum? ¿En qué medida los medios de información, y especialmente Televisión Española, van a sumar, o a restar? Es posible que las encuestas y sondeos de opinión que con creciente frecuencia van a divulgarse, expliquen parcialmente estas preguntas. Hoy, sin embargo, es otro nuestro propósito.
Durante los próxim os días ofreceremos una descripción pormenorizada de los resultados obtenidos a lo largo de un minucioso análisis de las opiniones y actitudes de los españoles a través de una muestra seleccionada rigurosamente por azar, representantes de ambos sexos, mayores de 18 años y cuyas profesiones representan todo el espectro laboral de la sociedad. Así será posible conocer las percepciones de nuestra población; explicarlas por sus aspectos económico, la borales y políticos; reflejar lo que realmente se percibe por dictadura y democracia, cambio y continuidad, reforma y ruptura, así como el futuro que se intuye para las figuras e instituciones de nuestro sistema político.
La colaboración de individuos de muy diferente tipología ha permitido, sin embargo, establecer semejanzas de actitud que explican con facilidad la pluralidad de opiniones que cualquiera puede observar en la calle. Estas semejanzas corresponden a elementos de definición que se apartan de los tradicionalmente manejados en la investigación sociológica y ello nos conduce a conclusiones prácticas de indudable trascendencia. Hombres y mujeres jóvenes y viejos, cultos e incultos, ricos y pobres son clasificaciones que cada día explican menos cosas. Y en relación con e cambio político en España, ahora, muy pocas. Un denominador común de notoriedad convierte el tema en refugio frecuente de conversación. El fatalismo ante una proyección futura del pasado, la indiferencia provocada por el escepticismo, la desconfianza justificada por una previsible ineficacia de la actual superestructura política, la sorpresa ante un presidente que genera imprevistas credibilidades y el afianzamiento creciente del Rey con un liderazgo, de eficacia y autoridad, conforman las verdaderas tipologías de los grupos de opinión más significativos.
La imagen de un «estado de dominación» se deduce en la mayoría de los casos en que se ponen en relación el pasado y el presente, dando lugar, en los grupos más críticos, a una imagen de «la oposición» que a consecuencia de la forma de poder antes citada se percibe como de «izquierdas», lo que viene a significar intranquilizadora. Por otra parte, dicha oposición aparece dividida y teorizante a la vez que desconocida para la masa de población, ante quien ni sus líderes ni sus líneas ideológicas resultan fámiliares o fácilmente asimilables. En cambio el reconocimiento de las difíciles condiciones de clandestinidad en que ha vivido la oposición hasta hace muy poco tiempo y el sentimiento -bastante generalizado- de que «no se le permite entrar en el juego con las mismas oportunidades que a los de dentro» le confieren un atractivo singular con matices emocionales.
Todo ello da lugar a multitud de actitudes cuya evaluación, jerarquización y posterior análisis será objeto de los próximos comentarios. Hoy, en esta presentación, lamentamos adelantar un resultado que en forma general nos define como pueblo sin capacidad crítica objetiva, sin preocupación alguna por la política -que es moralmente mala y no trae nada más que problemas-, que ve como espectador el acontecer diario, adoptando una postura de abstencionismo ciudadano que la permite no responsabilizars con el status de animal político que es. Aunque las posiciones personales que se desprenden del estudio y el vigor con que se adoptan permiten definir coherentemente cinco tipos de actitudes, cinco grupos de individuos, cinco Españas que piensan de forma distinta. Nada más.
Próximo comentario: Percepciones económicas ante el cambio político.
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