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Condenado en Francia a ocho años un miembro de un comando anti-ETA por atentar contra la vida de un refugiado vasco

La sala de lo criminal de Pau (Francia) condenó ayer a ocho años de prisión, por un atentado con explosivos, al miembro de un comando anti-ETA, que en el momento de su detención llevaba pasaporte australiano a nombre de David Edwards y que ahora afirma ser portugués y llamarse José Manuel Márquez. Fue condenado asimismo a la expulsión del territorio francés por espacio de cinco años, una vez cumplida la condena, y a indemnizar con cerca de 300.000 pesetas a los refugiados vascos Urruticoechea y Muguiro, y al matrimonio francés Lavilla, por los daños causados en sus propiedades a causa de la explosión del artefacto.

También fue juzgado y condenado a muerte en rebeldía, otro miembro del mismo comando, identificado como Dominique Pulidor. Natural de Bastia (Córcega), de 36 años de edad, que había sido condenado en varias ocasiones, aunque en esta ocasión pudo darse a la fuga el día en que fue detenido su compañero.Los hechos juzgados ocurrieron el 5 de junio de 1975, en la calle Milady, de Biarritz. Eran cerca de las once de la noche cuando sonó una fuerte explosión. Acababa de estallar el artefacto que Marcel Cardona -francés, nacido en Rabat, hace 38 años, condenado en Francia y en España por tráfico de armas y falsificación de monedas y documentos- trataba de colocar bajo un Miní, propiedad del refugiado vasco José Antonio Urruticoechea.

Cardona murió en el acto con el cuerpo tremendamente mutilado, Detrás de él, Edwards o Márquez resultaría herido de cierta gravedad: perdió varios dedos de la mano derecha, y sufrió lesiones en el pecho y en el tímpano izquierdo. El tercer miembro del comando, que vigilaba a distancia, pudo darse a la fuga en un Seat de color claro que habían utilizado para trasladarse hasta el lugar del atentado. En el interior del coche, encontrado más tarde, se encontró abundante munición y dos bombas, además de numerosa documentación falsa a nombre de un italiano llamado Carlo Pelagati que coincide con la personalidad de Dominique Pulidori.

La mayor parte de la vista oral estuvo dedicada a profundizar en las contradicciones en las que ha incurrido Edwards desde el momento de su detención. Entre otras cosas se desconoce todavía la auténtica identidad de este hombre que ahora dice haber nacido hace veinticuatro años en la población portuguesa de Cascais, donde, pese a todo, no existe ningún acta de nacimiento a nombre de José Manuel Márquez.

Muchas de las preguntas, tanto del fiscal como de los acusadores privados, trataron de averiguar la relación exacta que tenía José Manuel Márquez con dos ciudadanos españoles que fueron mencionados repetidamente a lo largo del juicio: un denominado capitán Acedo, que formaría parte de los servicios secretos españoles, y que habría sido el hombre que le puso en contrato son sus dos compañeros del comando; y un madrileño de unos cincuenta años, denominado Miguel Sánchez Pajares, representante en Europa de una importante firma textil norteamericana, con quien estaría relacionado desde hace ocho años. José Manuel Márquez reconoce tener una dependencia de tipo económico con este último personaje, de quien recibirá unas 70.000 pesetas de sueldo mensual como secretario particular.

La intervención fiscal estuvo destinada a demostrar que el encartado formaba parte de una organización de tipo internacional, bien estructurada y con unos fines criminales claramente delimitados.

La defensa, por su parte, trató de demostrar en todo momento que Márquez era en realidad un comparsa que desconocía las actividades que iba a llevar a cabo y que en última instancia actuó movido por el miedo

Por parte de los afectados por la explosión, sus abogados insistieron en la relación existente entre todos los atentados ocurridos en el sur de Francia y que contabilizan ya una cifra próxima a la treintena.

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