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Condena del sionismo en el Congreso Internacional de Bagdad

El Simposium Internacional sobre Sionismo finalizó en Bagdad tras cinco días de sesiones de trabajo en las que intervinieron 95 participantes. La mayoría de las intervenciones se basaron en el concepto de que el sionismo es una forma de racismo, definido por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace justo un año, y se refirieron a la discriminación que sufren en Israel no sólo los árabes, sino también los judíos orientales.

Se da la circunstancia de que muchos de esos judíos orientales que viven en Israel son de origen iraquí y fueron prácticamente vendidos por el rey de Irak a las autoridades sionistas hace más de veinte años. Su recuperación se ha convertido en un objetivo importante para el actual régimen baasista, que hace un año publicó una ley autorizando el retorno de los judíos iraquíes y garantizándoles su seguridad y su reintegración en la sociedad. Esta disposición gubernamental ha animado a retornar hasta ahora a una pequeña vanguardia de doscientos judíos.Precisamente una de las intervenciones que más entusiasmo ha despertado en el simposium ha sido la de un judío iraquí que, muy en la línea del Baas, clamaba por la hermandad de árabes, judíos, árabes musulmanes y árabes cristianos. Han sido varios los judios antisionistas que han participado en el congreso, así como los maronitas libaneses, lo que le ha dado a la asamblea un carácter ecuménico, superador de los inevitables prejuicios religiosos que han suscitado las crisis de Oriente Medio. Ha habido, en cambio, un tinte decididamente político, en una línea de frente contra el imperialismo, en la mayoría de las intervenciones, especialmente en las delegaciones de movimientos de liberación y partidos políticos de izquierda, desde el SWAPO, de Namibia, hasta «Lota Continua» italiana, pasando por el Partido Socialista Popular Español, que han expresado su solidaridad con la resistencia palestina.

El simposium ha publicado una resolución final de diecinueve puntos en los que se condena al sionismo como movimiento expansionista cuya práctica racista, según el documento final, necesita desembarazarse de la población árabe de los territorios que coloniza, y que constituye, por tanto, una amenaza permanente para la paz en Oriente Medio. El comunicado termina con un llamamiento «a los intelectuales y a las instituciones académicas para que se preocupen seriamente de este fenómeno» y en particular «a los judíos antisionistas para que participen en esta lucha».

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