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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aclaración a Augusto Assía

No puedo dejar sin contestación la réplica que Augusto Assía hace sobre mi comentario a la postura marcada por el artículo de conde de Motrico publicado en ese periódico. No puedo dejar en silencio esta segunda contestación, ya que a mí también me extraña que Assia, gallego, brillante dialéctico, escritor de los que en estos momentos necesita el país, por su gran capacidad de análisis, no me haya comprendido o, tal vez, los árboles le hayan «censurado» la contemplación del verdadero bosque.No pongo en entredicho la necesidad de unos gobernadores «asépticos» llegado el momento de las elecciones. No para entonces solamente, sino para siempre, ya que esta figura no ha de ser política, en la más pura acepción de la palabra, sino por el contrario como representantes legales de un sistema administrativo, habrán de ser algo así como «los guardias de la circulación de las ideas», no cerrando el paso en la legalidad a ninguna y favoreciendo única y exclusivamente el bien común, razón de ser de cualquier colectividad que se precie de democrática.

Pero, por otra parte, y ahí es donde no me «entendió» Assia, no hay por qué desterrar la política (la de verdad) en las esferas de la administración local. Hay que perderle el miedo de antaño a la política realizada precisamente donde debe encontrarse. En mi carta a Areilza, el duende ese que existe en todos los periódicos se dejó fuera un párrafo, el siguiente: «Admito que el cuerpo electoral que nos eligió en uno y otro caso fuera más bien restringido, pero otros hombres del régimen que ahora deambulan por el antifranquismo nunca optaron por este sistema y prefirieron la designación y el nombramiento, indiscutiblemente más cómodo y seguro. En mi caso particular, puedo afirmar que nunca gocé, en las elecciones a las que me presenté, de la protección oficial, sino más bien de todo lo contrario».

Insisto; ¿por qué negar la participación electoral a los hombres de la Administración local, sin que renuncien a su tipificación política?; ¿por qué ese afán de volver a encasillar la política fuera de uno de sus cauces normales?

Por otra parte, quiero recordar a Augusto Assia (sé que de buena fe se le ha pasado por alto) que, cuando ser aperturista era casi un delito de lesa majestad, yo estuve, de acuerdo con mis convicciones de siempre, en la brecha. Ahora, cuando, como diría un castizo, «está tirao», no quiero ni tan siquiera comentarlo. Sólo le citaré una fecha y un periódico: «6 de febrero de 1972, Nuevo Diario»; mis disgustos me costó.

Tan solo quiero significar una vez más que excluir a los totalitarismos (si por ahí van las palabras de Assia) es ya, genéticamente, ser un totalitario. Sólo hay un camino para la verdadera democracia: la soberanía popular. Todo hombre ha y debe mantener sus ideas y principios, al mismo tiempo que ha de respetar las de los demás.

En síntesis y más claro, para que no haya otra vez errores, sin apearme de lo dicho, sino reforzándolo: sí a los gobernadores «asépticos»; sí a la política y a los políticos en la esfera de la Administración local y sí a la soberanía popular en la verdad de las urnas.

Assia escribió: «Que José Martínez Emperador no lo entienda es lo que a mí me extraña. » Yo le agradezco la duda, puesto que ello supone, o deja entrever, el intento de comprensión, y por ello, desde la amistad y el respeto, la convivencia y el diálogo, y para que no haya dudas, lo he repetido otra vez. Gracias.

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