Estados Unidos seguirá vendiendo armas a Irán
Altos funcionarios de la administración Ford quieren que Estados Unidos comunique a Irán que un incremento en el precio del petróleo traerá consigo una reconsideración del programa americano de venta de armas a este país, valorado en varios miles de millones de dólares.Los funcionarios dicen que el secretario de Estado, Henry Kissinger, ha rechazado la estrategia de amenazar con la venta de armas frente a un posible incremento del precio del petróleo, a pesar de que otros oficiales de Washington opinan que Kissinger podría reconsiderar su postura, en vista del continuo deterioro de la economía mundial. Pero el secretario de Estado manifestó que las amenazas no funcionan y sirven sólo para perjudicar los intereses americanos en las buenas relaciones con Irán. Fuentes de los Departamentos del Tesoro y de Estado y del Pentágono quieren que la Administración Ford transmita privadamente a Irán un mensaje aproximadamente así: Si ustedes aumentan el precio del petróleo habrá actitudes ásperas de Estados Unidos hacia Irán e, incluso, no podríamos continuar vendiéndoles armas, puesto que esto sería virtualmente imposible.
Los ministros del petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo se van a reunir a mediados de diciembre en Qatar. Irán esta considerado como el líder de los miembros de la OPEP, que quieren aumentar los precios entre un 15 y un 20 % sobre los aproximadamente 11,5 dólares por barril.
Kissinger y otros altos funcionarios han señalado repetidas veces que cualquier incremento tendría unos efectos catastróficos en países tales como Italia y Gran Bretaña, así como en las naciones en vías de desarrollo. No obstante, ha hecho considerables esfuerzos para no utilizar el argumento que más peso y peligro podría tener: la venta de armas a Irán.
Las ventas estadounidenses a Teherán han sido aproximadamente de 2.000 millones de dólares al año durante los últimos cinco años. Cuando Kissinger visitó la capital persa, en agosto habló de 10.000 millones de dólares más en pagos de sistemas complicados y sofisticados de material bélico en un futuro próximo.
En esa época, el Congreso americano acababa de aprobar la legislación que cortaba todas las formas de ayuda a cualquier país que negociara la adquisición de plantas u otras facilidades que pudieran conducir a la producción de armas de plutonio para explosiones nucleares. Para disuadir al Sha de Persia de la compra de plantas y de la localización de éstas en territorio iraní, Kissinger le aseguró la importancia de Irán para Estados Unidos como un poder regional y le aseguró que Teherán continuaría teniendo acceso a las más avanzadas armas convencionales.
Varias semanas después, la Casa Blanca anunció que había acordado vender a Irán 160 aviones Jet Fighter F-16, considerados como los aviones de guerra norteamericanos de primera línea en el futuro. Una venta valorada en más de 3.000 millones de dólares.
Según las citadas fuentes, Kissinger rechazó la idea de las amenazas en el corte de la venta de armas, porque pensó que Estados Unidos debería continuar el suministro, incluso si Irán aumentaba los precios del petróleo. «No quiso que el Sha advirtiera este bluff y entonces, Estados Unidos tendría que vender las armas en cualquier caso», explica un funcionario.
Kissinger, que ha llamado a Irán a jugar un importante papel estabilizador en la peligrosa y antisoviética área del Golfo Pérsico decidió utilizar argumentos económicos en vez de los estratégicos Y políticos para convencer al Sha de la no subida del precio del crudo. Kissinger dijo que el incremento perjudicaría a la economía mundial, y a largo plazo Irán sería víctima de este deterioro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.