Los temas económicos dominan la "cumbre" Giscard-Callaghan
El franco, la libra esterlina y la lucha contra la inflación, en Francia y Gran Bretaña fueron las cuestiones que abordaron anoche el presidente francés Giscard d'Estaing, y el primer ministro británico James Callaghan, en el castillo de Rambouillet.Callaghan llegó al castillo acompañado del ministro de Asuntos Exteriores. Otros tres ministros tuvieron que retrasar su viaje hasta hoy, a causa del revés del Gobierno de Londres en los Comunes. La «cumbre» franco-británíca es la primera que ha puesto en práctica la declaración de Londres, del pasado mes de junio.
Este viernes, mientras Callaghan y Giscard vuelven a entrevistarse, los ministros de Agricultura, Comercio, Finanzas y Asuntos Extranjeros de ambos países, mantendrán conversaciones en las que prevalecerán también los temas económicos y monetarios.
La importancia de la visita radica, precisamente en la situación crítica de los británicos, con una libra esterlina más débil que nunca. Teniendo en cuenta que el panorama francés, sino tan desesperado, es también muy preocupante por iguales razones, los expertos deducían anoche, al final de la primera entrevista de Rambouillet, que los resultados podrían ser, por lo menos, constructivos. La desaparición de De Gaulle, de cuya arrogancia sufrieron los ingleses, y la retirada de Wilson, que suavizó las tiranteces creadas por Londres en la CEE, con sus exigencias de «trato de favor», han ayudado a la estabilización de la entente cordiale entre las dos naciones.
En materia de inflación, ambas delegaciones están confrontando sus experiencias. En cuestiones monetarias, se dio como muy improbable que Francia, dada su precaria situación, pueda ayudar a Inglaterra-Callaghan quisiera que los países ricos se hicieran cargo de su déficit, de más de 10.000 millones de dólares (las reservas británicas equivalen aproximadamente a la mitad). París, que nadie imagina soltando ni un céntimo, podría tener un cierto peso a la hora de una acción comunitaria. Y, en ese sentido, los franceses no pueden más que desear el restablecimiento de la salud británica, tanto por razones bilaterales -ya que el deterioro económico en las islas repercutiría inmediatamente en la situación gala- como por razones políticas, puesto que la recuperación de los países industrial izados es la garantía primera del «buen orden occidental».
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