Carlos Barral: "El público, preocupado por su rearme ideológico"
Carlos Barral ha cubierto, como poeta y editor, una difícil época de las letras españolas, a las que nunca ha perdido el pulso. Conocedor del mundo del libro, desde las tareas de la creación a los entresijos de la comercialización, enjuicia para EL PAIS la situación actual de la literatura española.- La impresión de atonía que da nuestra literatura se debe a dos causas de naturaleza distinta: la primera es circunstancial y reciente, y seguramente, pasajera. Es una cuestión de atención del público, que en los últimos tiempos parece exclusivamente preocupado por su rearme ideólogico y político. Lo que si bien se mira, es muy natural, pero influye en la vida editorial y librera y, sobre todo, en la atención que los medios informativos prestan a la literatura dentro del mundo de los libros, que no es exactamente el de la literatura.
La segunda causa es más seria. En novela, dura el desconcierto que creó en muchos la crisis de aquel invento, la llamada literatura social, por una parte, y por otra, la puesta en competencia de los escritores españoles con la narrativa latinoamericana, asunto en el que yo tengo alguna responsabilidad.
En poesía, no funciona todo tan claramente, pero coincide en una fatiga de las formas y el lenguaje, que hace que, tanto la novela como la poesía, estén metidas en una búsqueda de procedimientos que, dicho sea de paso, es general, no español, que puede esterilizarlas. Y sobre todo, que es poco interesante para el lector.
Desde los años sesenta, el panorama es poco claro. Creo que estos poetas se fatigan, pierden contacto real con el público y no llegan a proclamarse de una manera sólida.
- Por ejemplo, ¿los novísimos?
- Esos son nueve ejemplos de los que vivos quedarán tres o cuatro, sin que, por otra parte, haya aparecido casi nada nuevo.
- Los postcontemporáneos...
- Es un caso parecido, y casi la misma gente. Y sólo a muy pocos les falta tiempo para haber cuajado.
El boom de las memorias
Lo último de Carlos Barral, aparte textos poéticos antológicos, es Años de Penitencia, primer tomo de sus memorias, que amenaza, en principio un segundo.- Va por la mitad, está en gestación. Podría estar para el verano, en el supuesto de que me conforme con la década del 50 al 61, y... y que pueda sentarme a escribir unos meses, con calma.
Lo que cuento en esta entrega es el tiempo en que se inician y llevan adelante los trabajos de editorial, de relaciones exteriores con editoriales de fuera, y antes de la total dedicación a la edición. A nivel histórico es menos claro, porque la primera mitad siguen siendo los cuarentas, mientras la segunda no son aún los del falso desarrollo... A los lectores les interesará menos porque habla de cosas mas privadas y literarias, y el paisaje social es menos fuerte y ya menos cruel.
- Para redactarlo, ¿ha echado mano de algún diario previo?
- Yo empecé y concluí diarios absolutamente no literarios, impublicables. Pero todos ellos empiezan en los cincuenta. De Metropolitano, diario artesano de la redacción de ese libro de poemas, era una serie de discusiones conmigo mismo sobre puntos y comas. Otro, contemporáneo, de autoanálisis, me hace ver que no da referencias, sino estados de ánimo. Así que queda, como en la primera parte, el simple fluir de la memoria.
El otro molestó a algunos ¿Este?
- Me llevé alguna sorpresa. La gente peor tratada se portó bastante bien. En cambio, gente que no estaba especialmente caricaturizada, armó follón... Tuve grandes problemas con mi familia. En el próximo aumenta el desenfado, ergo los problemas.
- ¿Vivimos un boom de los diarios?
Bueno, la subterraneidad de la vida cultural hace necesario este tipo de testimonio, avalado por la veracidad del escritor, que invita a salir del túnel de paparrucha histórica, de embuste. Ese testimonio, presumiblemente sincero, ayuda al personal a situarse a sí mismo en un período vivido y sin documentos. Y más que presente, es un género con un futuro editorial presumible. Memorias, cartas, documentación de este largo período que se acaba.
- Hace poco, un sociólogo anunciaba un posible boom del franquismo en el extranjero.
- No creo. A nosotros nos interesa, sin duda. Pero fuera resulta excesivamente sórdido e irremediablemente aburrido.
La crisis editorial
La tercera cara de Barral es la del editor que publica humanidades. El mundo editorial español está atravesando una indudable crisis.- Es una industria desproporcionadamente grande para el país, basada en el mercado americano, que a menudo iba mal, pero que siempre respondía al fin. Hace muy pocos años, la cifra de negocios de cualquier editorial española -y no sólo las humanísticas como la mía- contaba con un 50% de venta en América Latina. Ahora el mercado latinoamericano puede darse por desaparecido por dos razones: la gorilización del continente, que ha suprimido el llamado cono sur, y las devaluaciones continuas, el desastre económico, que vuelve imposible el comercio exterior de estos países.
Esto va a tener una influencia enorme en el mundo editorial español, que va a tener que reajustarse, de grado o por fuerza. Las editoriales viejas no podrán sobrevivir, a no ser que se renueven, y las jóvenes, pequeñas, vivirán procesos de absorciones y concentraciones. En cualquier caso tendrán que acostumbrarse a esta nueva época editorial, irremediable.
Babelia
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