La Unión de Izquierda Francesa pide una verdadera democracia
A la interpelación de un diputado radical de izquierdas, señor Crepeau, en la Asamblea Nacional, protestando por el confinamiento de los refugiados españoles (unos 130 en total, en diversas islas o recluidos en sus domicilios), el ministro del Interior, príncipe Poniatowski, respondió anoche: «Francia no puede permitir que las refugiados utilicen su suelo para preparar acciones violentas, sea cuales fueren los objetivos políticos, contra un país extranjero.»
Por su lado, José Luis de Vilallonga, escritor, antiguo portavoz de la Junta Democrática, que en un momento se creyó había sido alejado también, declaró ayer que deseaba que la opinión pública disociara «a la oposición española, a la que yo pertenezco, de los grupos terroristas que reivindican los tres atentados cometidos en París», la víspera de la llegada del Rey. A propósito de don Juan Carlos, manifestó que lo «que está haciendo, por el momento, demuestra desea cambiar las cosas».
El confinamiento de los refugiados ha causado gran impresión en el público. La prensa cuenta cómo pasan estas vacaciones inesperadas algunos de ellos en la isla de Yeu, en la de Ré y en Belle Ile, en donde una de las canciones que tararean, creada para la circunstancia, dice: «Los gobiernos se aproximan, los hombres se alejan. »
La izquierda se ha mostrado reservada. Las manifestaciones, preconizadas por algunos grupos izquierdistas, a pesar de la prohibición oficial, ayer no cuajaron. Los tres líderes de los grupos parlamentarios de la unión de izquierda hicieron público un comunicado que enviaron al presidente Giscard, para que éste se lo entregara di Rey, a quien iba dirigido. Firmado por el socialista Gaston Defferre, el comunista Ballanger y el radical de izquierdas Robert Fabre, decía que las buenas relaciones entre los dos países no serían posibles sin el establecimiento de una verdadera democracia.
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