Presuntas irregularidades en el nombramiento de decano de Filosofía

La elección del nuevo decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense, realizada el viernes, podría ser impugnada. En cualquier caso, sectores de profesores y alumnos han manifestado que el nombre que encabeza la terna de la que el Ministerio nombrará al futuro decano, Sergio Rábade, catedrático de Teoría del Conocimiento, no representa ni siquiera al 20% de la facultad.

En la elección de la terna no participaron ni profesores no numerarios -excepto cuatro ayudantes- ni alumnos. Incluso algún numerario denunció públicamente que el proceso electoral no era, a juicio de muchos de los presentes, correcto.El actual decano, Anselmo Romero Marín, convocó por carta al claustro de profesores tan sólo con 48 horas de antelación, por lo que muchos la recibieron el mismo día de las elecciones. El señor Romero se negó a que participaran los alumnos por considerar que los representantes de éstos del curso pasado no fueron legales.

Lo que estudiantes y no numerarios denunciaban era que no se hubieran establecido previamente candidatos ni se supiera quién iba a presentarse. En la reunión se propuso que los PNN eligieran a sus representantes en público, pero éstos no aceptaron y salieron fuera, tras lo cual decidieron negarse a participar en la elección.

Después de una primera vuelta de sondeo, se procedió a una votación en la segunda ronda, tras la que se estableció la siguiente terna: Sergio Rábade, catedrático de Teoría del Conocimiento, 21 votos (éste era el candidato apoyado por el actual decano); Osvaldo Marquet, catedrático de Historia de la Filosofía y amigo del profesor Aranguren, 12 votos, y María Angeles Galino, catedrática de Historia de la Pedagogía, tres votos.

No votaron ni los adjuntos interinos, ni los encargados de curso contratados, lo que, unido a los profesores ayudantes y a los alumnos dio un porcentaje aproximado de un 70 % de abstención.

Fuentes del profesorado han manifestado que, además, la votación puede considerarse jurídicamente nula, ya que el decano anuló los votos emitidos por carta al abrirlos en el primer sondeo, que no era definitivo.