Ante el congreso del PSOE
Desde la gratísima y honrosa situación de un militante de base del Partido Obrero por excelencia, casi centenario, protagonista de las mejores páginas revolucionarias de la clase trabajadora sin otro conocimiento de lo ocurrido que lo que se trasluce de las páginas de la prensa, es obligado hacer algunas consideraciones sobre este problema de la celebración, aplazamiento o traslado del lugar de realización del Congreso del PSOE, que es evidente, y como Informaciones valoraba, constituye un auténtico test político, pero no sólo para el Régimen, sino también para la oposición.No es de despreciar entre otros muchos datos. manejables para el análisis que la pretensión de legalidad que ampara la resolución no autorizadora del Congreso, por defectos de forma, se haya producido cuando la llamada plataforma de Coordinación Democrática recibía una seria andanada de la Izquierda Democrática (Demócrata -Cristiana), negándose a ratificar el Documento de Valencia, su concepción de la ruptura democrática, que se reduce para aquélla a un simple proceso, electoral, y con una no muy aceptable calificación peyorativa de «salidas a la calle», o «agitaciones», nada merecida, con que se alude a los movimientos populares y al ejercicio bien legítimo del derecho de manifestación. Pedir tregua al movimiento obrero, sin haber pedido tregua en la represión sangrienta del poder y sus colaboradores, en el atentado indiscriminado, es un cierto sarcasmo, pero al fin y al cabo cada uno con sus concepciones del orden público y sus lógicas tendencias al alineamiento con la clase explotada o la explotadora.
Secretario del PSOE desde 1972 hasta 1974, año en que fue elegido como primer secretario Felipe González
Posteriormente dimitió de la comisión ejecutiva del partido por discrepancias con la línea política del mismo. También ha dimitido recientemente de la comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores.
Tampoco es perdonable desestimar cómo, a bombo y platillo, se ha celebrado el Congreso del PSOE (llamado histórico, en el que hoy militan socialistas sin la menor historia, como no sea la que arrastran desde el Frente de Juventudes).
Importancia también ha de darse si cree uno en rumores de salas de redacción, a la poco favorable aceptación por algunos militares de la posible reunión en Madrid de los líderes más destacados, del socialismo mundial, que quieren equiparar con una acción de presión o interferencia en nuestros problemas nacionales, cuando es pura y simplemente una manifestación de solidaridad de clase, que en nada afecta a nuestra soberanía y desde luego menos que los acuerdos con el imperialismo americano, o los elementos ultras, armados en Montejurra, de la Internacional Fascista, pues en todo caso estos peligrosos socialistas podrán decir bien alto: «Aquí estamos, nosotros no matamos».
Piensan algunos malintencionados que no produce la menor satisfacción al poder que destacados miembros de gobiernos, actuales o pasados, de la Europa democrática occidental, vengan a nuestro país y otorguen privilegiado trato al primer secretario del PSOE, mientras los ministros de la Monarquía son recibidos, cuando lo son, reticentemente en estos países, y que aquí puede estar otra de las razones de la excitabilidad oficial. Sería un problema de celos políticos.
Y sin agotar temas ni especulaciones, parece ser que entorpecería notablemente la discusión doméstica de la reforma el que ésta fuere precedida por los acuerdos de un Congreso del PSOE que la pudiere juzgar críticamente, rechazar, afirmara su tradicional republicanismo e incluso pudiere dejar sentada la no legalización y participación en el proceso electoral a las dos Cámaras, pues la argumentación por los sectores ultras; de la inutilidad de la tal reforma se vería reforzada con este antecedente, y no se quiere correr el riesgo de que una potencial clientela, según los reformistas, y allá ellos si así lo creen, se pronuncie antes de estar fabricado el producto.
Al Gobierno, pese a todo, no le interesa un Congreso del PSOE en el exilio, pues exilio sería obligar a tina importante fuerza política a reunirse fuera, en libertad, por lo que todo estribaría en la negociación sobre el aplazamiento, considerando que al PSOE le importa, lógicamente y mucho, hacer aquí, en libertad, con firmeza y con, claridad ejercicio de su democracia para ejemplo de propios y ajenos. ¿Pero esto es negociable?.
Infantil resultaría querer obligar a esta organización democrática a que se «legalice», para celebrar un Congreso. Más que infantil contraproducente. Y absurdo lugar frente a esa fuerza real con la legalización del sector histórico solicitada y pendiente de resolución.
Y a la oposición restante tiene que hacerle pensar muy seriamente esta actitud de los prerreformistas, su concepto de la equidad frente a la ley, su discriminación arbitraria, y sobre todo la incoherencia política, económica, social de que hace gala el Gabinete, quizás como consecuencia de su simple desconocimiento de la problemática real del pueblo.
Sujetar el ejercicio del derecho de reunión a las conveniencias del Gabinete, el ejercicio del derecho de manifestación y libertad política a las operaciones del poder, el ejercicio del derecho de crítica, repulsa o adhesión, a la satisfacción de determinados núcleos, en suma controlar y manipular el ejercicio de la democracia, revela sin más misterios, que concepto se tiene de la política que se prepara por el suarismo, y su democracia para incondicionales.
Después de esto, a ratificar de nuevo la Declaración de Derechos Humanos, porque para lo que compromete...
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