Sir Alec Guinnes interpreta a Jonathan Swift

Jonathan Swift, el autor de los Viajes de GuIliver, es el protagonista del espectáculo teatral más interesante que se puede ver ahora en Londres. El espectáculo se llama Jahoo y ha sido preparado por su principal actor, sir Alec Guiness, que hace de Swift en la obra. Es una recreación de varios pasajes de la vida sentimental y de la literatura del hombre que propuso en el siglo XVIII una forma de expresión que parecía nacida del maridaje entre la espada y la pluma, según una frase afortunada de uno de sus estudiosos, el político socialista Michael Foot.

El interés literario del montaje de Guinnes se complementa con la relevancia crítica que las posiciones de Swift tienen aún hoy en día. Al fin y al cabo, los temas de Swift fueron el hambre, la estupidez y la humanidad, que casi siempre van juntos. A pesar de que en su tiempo Swift se consideró así mismo como un conservador, porque descalificaba toda idea de progreso, sus puntos de vista aparecen ahora, sobre la escena del teatro, mas cercanos a los que pregona el ya citado Foot que a los que defiende la señora Thatcher, líder de los tories.

Autocrítica

Swift, de origen irlandés, sentía un desprecio cultural incalculable hacia los habitantes de Inglaterra. Escuchar sus opiniones en ese sentido sobre un escenario londinense es, entre otras cosas, una prueba más de la capacidad autocrítica de los ciudadanos de este país.

El trabajo de Guinnes es notable. Creemos que vale la pena ver el montaje, que estará al menos hasta la próxima primavera en el teatro Queens, muy cerca de Piccadillv.

Una obra que aún no hemos podido ver, porque las colas para obtener entradas son mucho más largas que las que se forman para comer hamburguesas en los restaurantes del centro, es el espectáculo Carte blanche, y se acaba de estrenar con el éxito que queda descrito. Es también una selección de textos de diferentes autores, entre ellos, Ionesco, el francés; Adrian Mitchell, el poeta que ha traducido a Víctor Jara; Ken Tynan, el excolaborador del Primer Acto español y autor de ¡Oh Calcutta!, y Paul Verlaine, el otro Francés. Carte blance se pone en un teatro cercano a Leicester Square, el Phoenix, donde hasta hace poco actuaba Vanessa Redgrave.

«Julia»

La señorita Redgrave, que forma parte del grupo más militante de uno de los partidos trotskistas británicos, ha marcado su actividad personal en los últimos meses en dos frentes separados. En el teatro se han dedicado a pedir a sus compañeros una acción sindical mas poderosa y más acorde con el espíritu progresista que debía animar a estos profesionales. En el cine, Vanesa, que es una actriz todavía muy admirada en Gran Bretaña, está rodando con Jane Fonda una película que se titulaba Julia, y que trata de las relaciones humanas entre dos mujeres, interpretadas por ellas dos.

En una entrevista televisada, un periodista londinense le preguntó hace unos días a Jane Fonda si la película trataba de dos lesbianas.

Con cierta indignación, la actriz norteamericana contestó: «No trata simplemente de dos seres humanos que se entienden y que se preocupan de sus problemas mutuos. El que sean dos mujeres es indiferente para lo que el filme quiere mostrar. La película quiere explicar que dos mujeres pueden encontrarse y desarrollar una relación por encima de los tópicos que existen y que se desprenden de su pregunta.

Jane Fonda no ha querido que se relacionen sus posiciones políticas con las que mantiene Vanessa: «Casi no hablamos de política entre nosotras.» Sin embargo, Fonda ha aprovechado su estancia en Inglaterra para airear reivindicaciones, por las que lucha en Estados Unidos. Aquí ha pedido a los ciudadanos británicos que dejen de comprar las uvas rojas de California. Los agricultores californianos que las cultivan resultan explotados por los terratenientes y no tienen derechos sindicales que los protejan. Por tanto, por muy deliciosas que sean Jane Fonda nos pide que renunciemos al sabor de las uvas rojas de California.