_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

A la pintura

Ayer se ha inaugurado en Madrid una tienda de pintura, con asistencia de los duques de Cádiz. El catálogo empieza así:«La rentabilidad es uno de los principales objetivos al realizar una transación económica y si hablamos de arte, esta rentabilidad constituye uno de los factores (no el único y puede que tampoco el primero) que condicionan la compra de una pintura».

Torna castaña. Antes, los catálogos de pintura tenían el pudor de comenzar con una prosa de Eugenio d'Ors:

- Se detiene a distinguir Octavio de Romeu entre las formas que pesan y las formas que vuelan...

Más tarde, la cosa ya se fue poniendo fea con las elucubraciones de Areán:

- He aquí el magma que se retrotrae a espacios conflictivos de significación intertonal... (Y así mucho rato).

Ahora, los catálogos hablan ya desvergonzadamente de la pasta, nada más empezar.

- O sea que, como diría don Cristino Martos, estarnos en la especulación por la especulación dice el parado.

No creo que nunca dijera tal don Cristino Martos, pero ésa es la verdad económica del momento político español. Franco Salgado sostiene que Franco Bahamonde era ingenuo en esto:

- ¿Y de qué vivirían las grandes familias; fuera de España?- dice el que le preguntaba.

Pues muy fácil. Del otro patrimonio artístico nacional. Del que se llevan y se traen, enrollando un Greco dentro de una alfombra. El señor Toribio Dávila, economista del Banco de España, lo ha dicho claro:

- La congelación de salarios es económicamente inútil y políticamente peligrosa.

-Ese señor debe ser rojo- me comenta el parado.

Pero yo creo que ese señor no es rojo, sino sensato, que a veces viene a ser lo mismo. Nuestros capitalistas se rigen por el sólido principio premanchesteriano de que siempre ha habido ricos y pobres. Y aunque los pobres hay que renovarlos períódicamente, porque se van muriendo de hambre o de congelación del salario, los ricos, en cambio, siempre son los mismos.

Recientemente he hablado aquí de Boliche, el naif de los Carabancheles. Un¿ (galería le tiene todo comprado para cuando se muera. Como España ha sido siempre país de grandes pintores y de grandes terratenientes, los terratenientes han decidido aliarse con los pintores para sacarle al país las entrañas y llevárselas a un banco de Suiza. que estarán más frescas. Pero se alían preferentemente con los pintores muertos, que un muerto siempre es menos exigente a la hora de cobrar.

Hay fabricantes que, como no pueden facturar más alto de lo que facturan, te obligan a la compra adjunta de un cuadro cualquiera, por el que te cobran lo que les da la gana. Ha venido a verme un joven pintor de Valladolid que quiere hacer carrera:

- ¿Usted cree, don Francisco, que hoy se lleva el cubismo, el impresionismo o el surrealismo?

- Mire usted joven, hoy se lleva el mercantilismo.

Asistimos al gran expolio nacional. Se están llevando la patria a Suiza enrollada en una alfombra, ya digo. Hasta el año pasado estuvieron de moda las subastas de arte, donde la esposa y la amante de un marqués se disputaban un Fortuny falso, ambas con dinero del marqués, claro. Pero nuestra oligarquía tiene prisa y ya no hay tiempo para subastas. Dicen que la Pasionaria se llevó a Moscú algunos tesoros de la casa de Alba, para ponerlos a salvo. Azaña llegó a decir:

- El Museo del Prado vale más que la República y la Monarquía juntas.

Los especuladores se lo han tomado al pie de la letra. Despreciando Monarquía y República, se están llevando a su cuenta corriente suiza el otro Museo del Prado: España entera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_