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Crítica:CINE: "ALGUIEN VOLO SOBRE EL NIDO DEL CUCO"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sueño de la razón

El sueño de la razón engendra a veces monstruos: en este caso trae ante nosotros un buen melodrama aunque en gran medida ambiguo.Arropado por una brillante galería de Oscar nos llega este cuco famoso nacido de las páginas de un libro que en su día, surgió y murió sin pena ni gloria. Vuelto a renacer en el teatro, volvió a fracasar si bien relativamente esta vez pués su paso por los escenarios sirvió para que un productor o mejor dos: Kirk Douglas padre e hijo, lo compraran para el cine, convirtiéndole en best-seller de rechazo. Escrito por Ken Kesey mientras trabajaba como enfermero en un hospital psiquiátrico, se reconoce aún en su versión cinematográfica una experiencia común a este tipo de obras no del todo original, por otra parte pues la profusión con que tal tipo de conflictos se ha llevado al cine y la televisión, hace que muchas técnicas terapéuticas formen parte del acervo médico-cultural de cualquier aficionado medio. Rodada además en el Oregón Hospital de Salem, con la colaboración de su cuadro médico, quiere decirse que la ambientación en lo que a métodos y lugares se refiere resulta impecable, tal como suele ser siempre en este tipo de empeños.

AIguien voló sobre el nido del cuco

Guión de Lawrance Hauben y Bo Goldman sobre una novela de Ken Kesey Fotografía, Haskell. Música. Jack Nietzsche. Intérpretes: Jack Nicholson, Louise Fletcher. William Redfield, Michael Berryman, Peter Brocco, Dean R. Brooks. Alonso Brown, Sactman Crothers, Mwako Cumbuka. Dirección: Milos Forman. Drama. Color. EEUU. 1975. Local de estreno: Proyecciones y Real Cinema.

La historia que se cuenta es la vida en tal institución de un tal Mac Murphy anarquista a su modo, con vocación de líder, vocación que se revela al ser recluido en la clínica, a fin de averiguar si la locura gracias a la cual elude en prisión los trabajos habituales, es auténtica o no. Su capacidad de arrastrar tras de sí a los enfermos de su grupo, le lleva a enfrentarse con el orden establecido. encarnado por una enfermera jefe inflexible, impenetrable, parca, múltiple y única a la vez que, ella sola, hila, devana y corta la vida de sus pacientes. El relato, que comenzó en clave de humor, concluye en drama y es, precisamente, en esta segunda parte sobre todo hacia su final, cuando sus mejores bazas se evidencian más débiles. Si secuencias como la del juego de cartas nos divierten o las de la fingida partida a través de la televisión llegan a emocionarnos, otras, como la excursión en el yate no nos convencen ni ciertos capítulos finales y, en especial, la frustrada huida y muerte del protagonista, víctima más bien del autor y de los guionistas que de su amigo-símbolo antes de huir en pos de una libertad no muy bien definida. La habilidad de los autores del guión y del realizador ha consistido en gran medida en convertir una historia de locos en algo más, en un filme hasta cierto punto polémico, apto para todo género de interpretaciones. Para unos podría tratarse de una denuncia en contra de los actuales tratamientos aplicados a las enfermedades mentales, para otros, un ataque a los regímenes de fuerza que intentan sofocar la libertad del individuo; para los disconformes con la doctrina socialista la enfermera jefe vendría a ser algo así como el arquetipo del comisario político complaciente e inflexible, amable si se le obedece, agresivo si se le ignora, a medias convencido, terco y frío. Volviendo la argumentación en contra del sistema de vida americano, podría encarnar, a su vez, al no menos poderoso y proverbial matriarcado americano y juntando tal abanico de exégesis, la lucha de Mac Murphy en su hospital no vendría a ser sino anticipo del avatar futuro del hombre en un mundo cercano ya, controlado por fuerzas superiores. Tal diversidad de posibles soluciones puede ser, a su vez, para unos, mérito fundamental del filme; otros, en cambio, lo encontrará confuso por las mismas razones, mas la causa fundamental de tal diversidad estriba fundamentalmente en la ambigüedad -buscada o no-, de los personajes principales y en el carácter incierto de la historia. Se ha insertado en un relato de gran público, una serie de claves simbólicas en torno a la libertad individual muy del agrado de cierto tipo de espectadores, ennobleciéndolo además con la muerte del protagonista, es decir, con los máximos caracteres de la tragedia. Siguiendo el habitual sistema americano, del que este filme es muestra fiel, tanto en su lado positivo como en el negativo, este canto a la libertad viene servido por un grupo de actores, excelentes entre los que destaca Jack Nicholson, en el mejor momento de su carrera. Se podría decir que el filme es él, con su gama increíble que va desde el humor al drama, desde el puro dolor físico hasta la angustia o la melancolía. Todo en él es vivo, transparente. Crea su personaje con tal eficacia entre sus compañeros que éstos parecen lo que son: actores, sin que esto suponga ni clase de demérito. Mac Murphy es no sólo el protagonista, sino el más rico y real de todos, frente a la enigmática enfermera interpretada por Louise Fletcher, de la que,filias y fobías aparte, al final de la historia, poco o nada sabemos.

Milos Forman, asentado definitivarnente en los Estados Unidos, parece haber asimilado a la perfeción su cine y sus costumbres. No así su ritmo, demasiado lento en ocasiones para ese público al que indudablemente su película va dirigida. Tal lentitud revela más que su humor, su ascendencia centroeuropea.

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