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Parlamentarios británicos piden que Enoch Powell sea juzgado

Juan Cruz

Enoch Powell debía ser juzgado según la ley antiterrorista, porque su discurso llama al odio entre las razas y es como el preludio de una violencia inacabable, dijo ayer un miembro laborista del Parlamento, después de que el famoso racista británico pronunciara su programa para la expulsión de los emigrantes de color establecidos en este país.

A pesar de la oposición que se montó alrededor de su anunciado discurso. Powell pudo pronunciar lo ante una audiencia, la del ultraderechista Monday Club, que lo interrumpió con aplausos en más de una ocasión. Como ya se ha informado, el político unionista, que en un tiempo fue ministro del Gobierno conservador de Edward Heath, propone que el Estado ponga a disposición de cada uno de los emigrantes de color unas mil libras de compensación para que abandonen Gran Bretaña y vuelvan a sus países de origen.

Powell no explica qué pasaría en el caso de qué el millón de emigrantes a los que sitúa en el « paquete» de expulsables se negara a dejar Gran Bretaña, entre otras razones porque son ciudadanos del Reino Unido.

En un programa realizado por el Partido Laborista, líder de los Comunes, Michael Foot pronunció unas palabras en las que les recordó a sus compatriotas que los emigrantes de las ex colonias británicas tenían más derecho aún de vivir en Gran Bretaña que el que tuvieron los ingleses cuando ocuparon y explotaron aquéllas colonias.

Algunas secciones del Partido Laborista han intentado obligar al Gobierno a prohibir las actividades de los grupos racistas. El ministro del Interior, Merlyn Rees, dijo en la asamblea laborista de la pasada semana que esa prohibición era imposible y desaconseja, porque en la clandestinidad esos grupos podrían ser más peligrosos.

Ahora el discurso de Powell ha añadido fortaleza a las reivindicaciones de los racistas y prácticamente todos los partidos políticos han mostrado su ira ante las palabras del líder unionista.

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En Brighton, el vicelíder tory, William Whitelaw, dijo que esperaba que el pueblo británico rechazara las propuestas de Enoch Powell. A cambio, habló de un control de la entrada de emigrantes, cuyo permiso para estar en este país debía depender de razones familiares de fuerza mayor.

Antes, en Llandudno, los liberales habían pedido a sus simpatizantes lucharan en las calles, si era preciso, contra las actividades del National Front, el principal grupo racista del Reino Unido.

Los argumentos de Enoch Powell son muy cuidados, porque él no alude al color de la piel de los emigrantes que quiere ver expulsados, sino que habla de la imposibilidad de que alguna vez lleguen a adaptarse a las costumbres de este país, en el que no sólo ellos se sienten extranjeros.

Ellos hacen que haya áreas del Reino Unido en el que nosotros nos sentimos extranjeros también.

La cobertura informativa que ha recibido el discurso de Powell ha sido muy amplia. Los que se hallan preocupados por el incremento del racismo en este país hubieran preferido que nadie se hubiera hecho eco de tal discurso.

El presidente de la comisión de relaciones comunitarias ha dicho que la propuesta de expulsión de emigrantes le parecía «inhumana y moralmente repugnante». Por lo que se ve en las manifestaciones que vienen organizando los racistas en Londres y en otras capitales británicas, desgraciadamente lo que parece «inhumano y repugnante» sigue teniendo clientela.

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