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Bonitos y encastados novillos de Luis Frías

José Salazar no podía lucir con los dos novillos que le correspondieron, muy difíciles. Paró bien a su primero con el capote, rodilla en tierra, y demostró valor, lo cual es un gran mérito. José Castilla propende a los desplantes de rodillas. Cualquier cosa le servía de motivo para ponerse de rodillas; hasta un desarme, seguido de persecución, cuya huída remató con un rodillazo marchoso. Por supuesto que lo más destacado de su actuación fue media docena de pases de rodillas (¿o la docena entera?) con los que inició su faena al tercero. Lo demás le salió atropellado, achuchones incluídos, sin remate y desde luego sin temple. Banderilleó casi siempre a cabeza pasada, pero añadamos que, aunque con diverso acierto, ejecutó la suerte con variedad, de modo que reunió al cuarteo, de poder a poder, de dentro afuera, al quiebro y por los terrenos de dentro. Es muy de tener en cuenta en estos tiempos de monotonía rehiletera. Oscar Silva dibujó -exactamente, dibujó- algunos derechazos, con garbo, temple, hondura y hasta naturalidad, que quedaron en el ruedo de Las Ventas como muestra de que hay en él calidades que hacen abrigar esperanzas optimistas. Mas casi se perdieron dentro de dos trasteos que en conjunto carecieron de brillantez, por embarullados, lo cual es más grave en cuanto concierne al segundo, pues el novillo -casi toro- tenía nobleza y el ritmo de su embestida hubiera admitido una faena de mejores trazos.Es decir, que la novedad de los tres debutantes seguirá siendo novedad cuando repitan, pues quedaron más o menos inéditos. Las circunstancias de la lidia no siempre son suficientemente claras para dar la medida real de un torero.

El domingo se lidiaron en Las Ventas novillos de Luis Frías, para José Salazar, de Gerona; José Castilla, de Ecija, y Oscar Silva, de Colombia, los tres nuevos en esta plaza

Salazar. Estocada caída (vuelta con protestas). Estocada trasera de la que sale trompicado (silencio). Castilla. Pinchazo, otro al encuentro y estocada delantera y caída (saludos y división). Estocada delantera (escasa petición y vuelta protestada). Silva. Media estocada caída (silencio). Pinchazo, media estocada baja y cinco descabellos (silencio pero da una vuelta al ruedo por su cuenta). Los novillos. Bien presentados, con casta, de variado juego. Presidió sin complicaciones el señor Corominas.

Lo más interesante de la tarde fue el ganado. De entrada, su presentación era impecable. Como modelo de novillo, en su aspecto externo, me quedaría con el primero, quizá pequeño, pero admirablemente proporcionado, bien armado sin ser cornalón, y astifino, lustroso, como el resto; breve y redonda pezuña. Entre este novillo y el sexto cuajado y serio, había diferencias claras de presencia, por tanto de respeto, pero en conjunto fue una pareja novillada. Se acreditó Luis Frías como un escrupuloso ganadero.

Y hubo casta. La casta debió ser, lo que frenó los afanes de triunfo de los debutantes. El primer novillo derribó en un puyazo y salió suelto en cuatro encuentros más. Este y el cuarto, derrotones e inciertos, resultaron los más difíciles. El segundo recargó y luego cabeceó en una vara. Tuvo buena embestida, sobre todo por el izquierdo. Al tercero el picador le hizo una serie de barbaridades, como barrenar y taparle la salida, aprovechando que el novillo le acometía con bravura, fijo en el peto. Acabó la res, con la arrancada algo corta, quizá por el agotamiento, y noble, hasta que empitonó al torero. Mal picado con dos varas traseras, el quinto, acaso como consecuencia de este castigo, cabeceaba; lo que unido la la casta que indudablemente tenía, hizo que se comportara con incómodo genio. También picaron trasero al sexto, que recargó en el primer encuentro hasta sentar al caballo, y sonó el estribo en dos más; pero al último tercio llegó codicioso y noble.

Cuando la base de la fiesta, que es el toro, tiene esta viveza, esta variedad de comportamientos, siempre bajo el signo de la casta, el espectáculo resulta, en todo caso interesante, y así ocurrió el domingo en Las Ventas. Es cierto: a pesar de tantas cosas, para ver toros, Madrid.

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