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Comunistas y socialistas italianos, enfrentados en los sindicatos

El encuentro de los sindicatos confederales (CGIL, CISL, UIL) con el primer ministro, Giulio Andreotti, fue fijado ayer para el 27 próximo. Tema principal será la reconversión industrial. Al mismo tiempo, el Partido Comunista ha movilizado, sobre el mismo tema, a la base de sus afiliados con debates y encuestas; a comienzos de octubre presentará el resultado de su acción al Parlamento.

Aparentemente, la iniciativa comunista se presenta como una crítica a la inquietud sindical que se está advirtiendo en el ala extremista de la CGIL, la confederación sindical con más de cuatro millones de afiliados, en la que los comunistas tienen la hegemonía con Luciano Lama, secretario comunista.

Pero, en realidad, es difícil ver bien en qué consiste la táctica Comunista. A la confederación sindical le interesa por su parte defender la autonomía sindical de la política de partido, y por la otra la CGIL tiene que defenderse de los ataques de «conformismo burocratismo» que le vienen, sobre todo, estos días de la UIL y de la CISL.

Améndola pide participación del PC en el Gobierno

Ante una perspectiva política general inevitable de «compromiso histórico», es decir, de una coalición de los grandes partidos de masas, la Democracia Cristiana, los comunistas y los socialistas. Berlinguer parece moverse cautamente, mientras el líder comunista de la vieja guardia, de mayor prestigio, al menos intelectualmente, Giorgio Améndola, acaba de pedir en un editorial en la revista «Política y Economía» una participación directa inmediata del Partido Comunista en el Gobierno. Refiriéndose a la cuestión sindical, Améndola reprocha a los sindicatos haber empleado demasiado tiempo en reconocer que «existen problemas que se llaman trabajo negro, absentismo, derroche de medidas, mala distribución de los horarios, estructura de la escala móvil».

En el artículo de Améndola se sugiere que los comunistas, una vez en el poder, tendrían que adoptar medidas «impopulares», incluso para los sindicatos.

Acaso conscientes de esta maniobra y con el miedo de no quedar aplastados o disminuidos bajo el compromiso de comunistas y democristianos, los socialistas han coordinado un ambicioso programa que reivindica. La autosuficiencia socialista. El secretario socialista Bettino Craxi le ha dicho, en primer lugar, al viejo líder De Martino que su propuesta de unificación del partido socialista con el comunista no tiene ni pies ni cabeza. Luego, para sacar al partido del aislamiento y del papel subalterno en que lo sumió el voto del 20 de junio, ha organizado un convenio económico para elaborar un nuevo programa, ha tratado de estrechar más las relaciones con las socialdemocracias europeas y ha lanzado la idea de un sindicato socialista más fuerte y autónomo, que sacuda incluso la modorra en que desde hace dos años vive la confederación sindical, condicionada por los acuerdos del cuadro político central.

No se trata para los socialistas de atentar contra los sindicatos o jugar con la baraja del actual ordenamiento sindical. Se trata de adquirir mayor protagonismo en la gestión del actual sindicato. Para ello, no han echado mano al ala socialista de la CGIL, sino que han concentrado, en particular, sus esfuerzos por conquistar a la UIL, en la que ya son mayoría relativa bajo la secretaría de Raffaele Vanni, un republicano que se ha mantenido en vértice gracias al equilibrio que logró obtener entre los socialdemocráticos. Los socialistas quieren sustituirlo por Giorgio Venvenuto, treinta y nueve años, actual secretario de la Federación de Metal-Mecánicos de la UIL. Dado que los socialdemocráticos están en crisis, incluso como partido, es probable que hagan frente común con los socialistas, aislando así el republicano Vanni. La UIL lo decidirá en la próxima conferencia organizativa que celebrará en diciembre y en el congreso que probablemente será anticipado a enero del año que viene.

Los socialistas, más pluralismo gremial

Los socialistas quieren crear en el movimiento sindical un pluralismo y acusan a la CGIL de subordinación a la política del Partido Comunista. No quieren que la UIL sea una especie de apéndice burocrático de la Federación Sindical, sin autonomía alguna.

¿Se trata, en definitiva, de una gran maniobra de recuperación del socialismo italiano, capaz de colocarse como fuerza democrática entre la atonía o pura sed de poder comunista, y la eterna capacidad maniobrera de un partido de diferentes corrientes como la Democracia Cristiana?

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