Las imágenes para niños
Los niños son espectadores especialmente sensibles a los efectos de las imágenes esto los convierte en sujetos dóciles de una amplia serie de experimentos publicitarios y comerciales que suelen pasar inadvertidos a los ojos adultos. La industria alimentarla. especialmente, conoce estos hechos y los utiliza desde hace muchos años, con gran habilidad. Basta recordar los acreditados cromos de algunas marcas de chocolates, continuados en nuestros días sin grandes cambios.Los cromos, las Imágenes transferibles y los envases son los principales objetivos de estos sencillos sistemas gráficos no autónomos, incluidos en los productos alimenticios, aunque en nuestros días se propongan otros medios que tienen el atractivo de la novedad. Entre éstos se podrían citar dos: las diapositivas y las imágenes cambiantes. En ambos casos se ha ce una llamada directa al afán de novedad de los pequeños, con unas menudas construcciones icónicas que intentan remedar objetos de los adultos, pero con una calidad muy inferior. Las diapositivas auténticas constituyen un medio de posibilidades latentes espléndidas, todavía insuficientemente exploradas, pero estas otras que se ofrecen a los niños en pastelillos y dulces son una burda copia de las auténticas, en un material inadecuado. La transparencia de los originales se troca aquí en un material translúcido, mal coloreado y peor elegido. El hecho de que los niños sean los destinatarios agrava la situación, ya que los pequeños merecen un esfuerzo suplementario y nunca objetos incompletos e imperfectos.
El catálogo de imágenes para la infancia se ha visto enriquecido últimamente, con esquemas geométricos impresos en delgadas láminas de plástico transparente y superpuestas unas a otras, con lo que se consigue una gran variedad de colores al variar ligeramente el ángulo de mira del observador. (Esto se había aplicado desde siempre a las tarjetas mas o menos pícaras, pero su adopción en creaciones icónicas para la infancia es nueva.)
Quedan muchos aspectos por tratar en estas construcciones gráficas, aparentemente demasiado humildes para ser estudiadas en profundidad. Su interés -a mi modo de ver- rebasa el puro estadio económico, aunque las empresas que las promocionan no persiguen otro objetivo que incrementar sus ventas. Ninguna realidad infantil es inocente, a la larga. Todas, desde el más exquisito de los ,libros de texto a la más insignificante de estas estampas halladas jubilosamente en los envases de los pastelillos, contribuyen a la formación integral de los pequeños y, en el caso que nos ocupa, se crea una sutil familiaridad con la imagen que podrá ser muy beneficiosa Y transformarse en una relación estrecha hacia esta auténtica dimensión de la cultura contemporánea. Dirigir estas inclinaciones no debe llevarse a enriquecer indiscriminadamente a los fabricantes, pero sí a valorar un hallazgo comercial que puede llegar a ser muy valioso
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