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La explosiva situación en el África austral, centro de las conversaciones Kissinger-Callaghan

Juan Cruz

El secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, y el primer ministro de Sudáfrica, John Vorster, preparan una nueva entrevista, que se celebraría la próxima semana en un lugar de Francia, informaron ayer algunos periódicos británicos. Los dos estadistas conversaron en junio pasado en las montañas de Baviera, Alemania, y aparentemente no sacaron nada en claro de su encuentro.Ayer, en Londres, Henry Kissinger y Callaghan, el primer ministro inglés, volvieron a discutir sus puntos de vista, con respecto a la situación que se observa en el cono sur de Africa. Ambos políticos desayunaron en la capital británica aprovechando la escala que el secretario de Estado norteamericano hizo en Inglaterra antes de seguir viaje a Irán.

A pesar de que en el comunicado que siguió a la conversación sostenida por Kissinger y Callaghan se dice que trataron temas generales relativos a Africa del Sur, se estima que hablaron exclusivamente de los últimos acontecimientos que han tenido lugar en la ciudadela negra de Soweto, cerca de la capital sudafricana.

Un enfrentamiento parecido entre las fuerzas del orden del régimen de Vorster y manifestantes negros de Soweto se produjo en junio y sirvió de preludio a las conversaciones que entonces iban a tener en Alemania Kissinger y el líder sudafricano. En aquella ocasión Vorster acusó a los manifestantes de estar usando sus reivindicaciones, en aquel momento, para boicotear su proyectada entrevista don el secretario de Estado.

Si la noticia de su nuevo encuentro con Kissinger se confirma es de suponer que Pretoria. usará ahora parecidos argumentos para calificar las recientes revueltas de Soweto. La política norteamericana y de Gran Bretaña con respecto a Sudáfrica es idéntica. Ni Londres ni Washington aceptan el apartheid como forma de tratamiento de la mayoría negra. El Foreign Office declaró cuando tuvo efecto la primera matanza de Soweto que tales hechos «ponen de manifiesto la validez de nuestro criterio con respecto al tema». Asimismo, tanto Kissinger como Callaghan han hecho saber a Vorster que la presencia de las guerrillas en Namibia estará justificada hasta que Sudáfrica no permita la autodeterminación de ese territorio que por el momento controla.

Con relación a Rodesia, los dos Gobiernos, el británico y el norteamericano, han expresado su intención de apoyar a las fuerzas que se oponen a la política minoritaria de Ian Smith. Hasta que la mayoría negra no tenga voz y voto en Rodesia, ni Londres ni Washington mediarán en favor de Smith ante los movimientos guerrilleros, que operan en la frontera rodesiana.

Al contrario, y a pesar de la oposición conservadora, el Gobierno laborista ha decidido incrementar su ayuda a Mozambique, que es un centro guerrillero y cuyo Gobierno apoya la lucha contra el régimen minoritario rodesiano.

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El plazo en el que lan Smith ha de garantizar el ejercicio de los derechos de la mayoría es de dos años. Sólo cuando exprese esas intenciones podría contar con Londres y Washington como interlocutores.

En ese punto están plenamente de acuerdo los dos políticos que se reunieron ayer en la capital británica para revisar las perspectivas de Africa del Sur.

Aparte de los que ya han quedado señalados, el objetivo de una posible nueva entrevista Kissinger-Vorster sería el de convencer al primer ministro sudafricano de que intervenga cerca de Smith para que éste haga caso de las advertencias que se le han formulado. La influencia de Vorster sobre lan Smith puede conseguir que se evite, de acuerdo con lo que piensan Kissinger y Callaghan, un enfrentamiento armado en Rodesia que invitaría a la participación soviética en apoyo de una facción. Esa circunstancia pondría en peligro la postura que ahora adoptan Londres y Washington y haría internacionalmente aún más explosiva la situación.

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