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Continúa la la guerra verbal entre Damasco y El Cairo

El presidente egipcio, Anuar el Sadat, acusado hace unos meses por Siria de haber «traicionado a la causa árabe», tras firmar el segundo acuerdo de separación de fuerzas en el Sinaí con Israel, se convirtió ahora en acusador y declaró ayer que los sirios habían convenido secretamente con Israel la liquidación de la resistencia palestina.Según Sadat, Israel había renunciado al proyecto de respetar una «Iínea roja» de seguridad, más allá de la cual los sirios se comprometieron al principio de su intervención en Líbano a no pasar. Esta «línea roja», a la que se refirieron en varias ocasiones algunas personalidades israelíes, era la considerada casuísticamente por Israel, como línea de seguridad.

Sirios e israelíes, en opinión del jefe del Estado egipcio, habrían celebrado conversaciones secretas en Ginebra recientemente. A cambio de ello, los israelíes dejarían carta blanca a Damasco en lo que se estimaba conduciría a la liquidación de la capacidad militar de la resistencia palestina.

Una cierta reserva se impone ante declaraciones de este tipo, que más bien parecen la devolución de la pelota a Siria por los ataques lanzados por el presidente Hafez el Assad y su ministro de Relaciones Exteriores, Abdeljalim Jadam, en septiembre de 1975, tras la firma del citado segundo acuerdo sobre el Sinaí con Israel.

En cualquier caso, las autoridades de Damasco intentan en estos días demostrar a los corresponsales sus buenas intenciones con respecto al conflicto libanés. Afirman que su interés primordial es evitar a toda costa la división de Líbano, que les afectaría en sus intereses vitales.

Para Siria, evidentemente, se aproxima una de las etapas más delicadas de su intervención en el conflicto libanés. A fines de septiembre expira el mandato del presidente Soleimán Frangie. Elías Sarkis, presidente del Banco de Líbano, y elegido jefe del Estado en mayo pasado, tras una apresurada enmienda constitucional, no ha podido asumir su mandato.

Si la guerra civil es difícil de parar, mucho más dificil es desensillar al presidente Frangie, cuya renuncia fue considerada en algunos momentos del enfrentamiento como un paso que podría permitir el comienzo de la reconciliación nacional.

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Ni intervenciones extranjeras, ni presiones, lograron que Soleiman Fangie, apoyado por las facciones derechistas cristianas extremas, abandonara el poder. Si a fines de septiembre no se ha llegado aún a una solución, Elias Sarkis, rechazado por la izquierda libanesa, podría permanecer en su relegamiento actual, con lo cual Líbano izquierdista comenzaría a reforzar las instituciones de que empieza a dotarse siguiendo el ejemplo de los cristianos, y la división de Líbano se vería así ratificada.

Esto sería el mayor fracaso para Siria, que puso todo su empeño y capacidad de presión detrás del nombramiento de Elias Sarkis.

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