Pekín, convertido en un campo de refugiados
Un fuerte terremoto, el mayor registrado en el mundo en los últimos 12 años, según la estación sismográfica norteamericana de Golden, sacudió ayer la provincia china de Hopei, a 150 kilómetros al sureste de Pekín.
Pekín, con sus seis millones de habitantes, se ha convertido en un gigantesco campo de refugiados. Las autoridades advirtieron a la población que no permanezcan en sus casas ante el temor de que se produzcan nuevas sacudidas.
El epicentro del terremoto estuvo próximo a la ciudad industrial de Tangshan, aunque no se han recibido informaciones directas de la región más afectada.
En la capital, Pekín, las calles se han llenado de tiendas de campaña. Los veraneantes en Peitaiho, ciudad costera a 70 kilómetros al oeste de Tangshan, han quedado aislados sin poder regresar a Pekín al haber quedado destruido el ferrocarril.
También quedaron cortadas las comunicaciones telefónicas con la ciudad de Tientsin, de cuatro millones de habitantes. El capitán de un buque polaco que se encontraba en las proximidades, informó por radio que las olas saltaron por encima de los muelles, pero que los daños ocasionados en las instalaciones portuarias no son grandes. El ex primer ministro australiano Gough Whitlam, que se encontraba en Tientsin regresará a Pekín por carretera.
En el propio Pekín, el número de edificios destruidos o dañados es grande. Las aceras aparecen llenas de escombros y cristales rotos. La intensa lluvia hace que la situación de los pekineses sea más difícil y en las calles se han instalado cocinas, sillas y camas, donde guisan, comen y duermen los pekineses. Vehículos provistos de plasma y con personal sanitario recorren la capital para prestar auxilio, pero las lesiones al parecer no son graves.
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