_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El "rock" español, a la búsqueda de un público

Cuando las primeras ondas del recién nacido «rock 'n roll» traspasaron los Pirineos, lo hicieron con las debidas precauciones, los managers «de la recién nacida industria discográfica española, filial en su mayor parte de las grandes firmas norteamericanas o europeas, no acababan de entender lo que en Estados Unidos, Inglaterra o Francia había constituido un negocio de gigantescas proporciones. Esta música de jóvenes hecha por jóvenes para vender a los jóvenes» había transformado las estructuras de la industria discográfica mundial ante la aparición de público sobre el que muy pocas cosas se sabían, un público nuevo de gustos rabiosamente particulares.Del otro lado del Atlántico, importantes ejecutivos USA, vinieron a asesorar el mercado español y se encontraron con problemas muy peculiares. La llamada música ligera en España no era precisamente asunto generacional; entre las secuelas del «nacional-folklorismo» de los años cuarenta y las baladas melódicas de románticos «croners» hispánicos de recortado bigotillo, el anquilosamiento musical español, en este campo, era evidente y lo más vivo estaba constituido por las coloristas canciones de Antonio Machín y sus adláteres, únicos defensores del ritmo en un panorama plagado de melodramáticas coplas y cursilísimas melodías.

Sin embargo el problema fundamental estaba constituido por la falta de poder adquisitivo de los jóvenes españoles y por el escaso número de tocadiscos existentes en un país en el que un aparato reprodúctor de mínima calidad alcanzaba exorbitantes precios. El «tocadiscos» o «picú» en su acepción más tradicional, en el caso de existir en determinadas casas de la burguesía, solía ser detentado por el «páter familias», único capaz de cuidar su «complicada maquinaria» para escuchar algún vals de Strauss, unos fragmentos de zarzuela o el último «hit» de la folklórica de turno.

Por fin, tras un ímprobo trabajo de la industria discográfica hispano-norteamericana, trabajo apoyado por fuertes inversiones publicitarias sobre una radiodifusión española que practicaba la fórmula de «serial, guia comercial, programa de discos dedicados», el «rock» se fue imponiendo, aunque fuera a la mayor gloria del meloso Paul Anka o a través de las más suaves y burguesas producciones de Elvis. La radiodifusión española había descubierto una nueva fuente de fáciles ingresos y el disco, como el detergente que más blanco lava o el sopicaldo más hogareño, se convertía en una mercancía publicitaria que los improvisados «disc-jockeys» vendían a un público que comenzaba a gozar de los placeres del desarrollo.

Sin embargo el acuerdo «industria-radiodifusión» no resultó beneficioso para la creación de un «rock autóctono» y menos aún lo fue la influencia de la industria en la Televisión. Nuestro «rock» salvo honrosas excepciones era un «pastiche» convenientemente acaramelado y tarado por los sellos discográficos, un «rock» que no molestaba los oídos adultos y que contenía todos los tópicos de la canción de amor y de la música de consumo, era un «rock» que pronto dejó de serlo para fundirse en la ambígüedad de lo que puede ser hoy nuestra música «pop» nacional.

Solamente el paso de los años, tras haber luchado con las condiciones más adversas, con la incomprensión del mercado discográfico y de los canales de difusión habituales, ha surgido con cierta potencia y originalidad un «rock» autóctono aún embrionario pero que sigue sufriendo una injusta marginación y difundiéndose por medios verdaderamente «underground».

El «rock español» comienza a dar frutos de interés que están todavía a la espera del reconocimiento de un público joven, que cuenta con graves dificultades para contactar con ellos en actuaciones en vivo. La reciente prohibición en Madrid del llamado «primer happening rock» de la plaza de Vista Alegre, donde iban a intervenir aleunos de los nombres más interesantes del género.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_