Esperando a Suárez
Estoy aquí sentadito a la puerta de mi casa, esperando que me llame el presidente Suárez. Dicen que está llamando a todo el mundo. O sea a la oposición moderada, porque la otra, la inmoderada, queda ya fuera del mundo. Se va a fletar otro Viking con Tierno, Camacho, Tamames, Felipe y Morodo para que hagan sus campañas electorales en Marte.-¿Y por qué supone usted que tiene que llamarle Suárez?
-¿Es que yo no soy la oposición moderada?
-Usted no es más que la gauche divine.
Bueno, pues que llame el presidente a la gauche divine. Y al gay power. Hay que contar con todo el mundo. Dicen que va a ser el presidente de todos los españoles. Claro que también Arias iba a ser el presidente de todos los españoles, y sólo fue el presidente de los españoles que ven la televisión.
Pero Suárez es otra cosa. Suárez dicen que ha hablado con el PSOE. Ya que no me llama Suárez, me han llamado los del -PSOE -indirectamente- para decirme que Felipe no va a salir en un póster. El que va salir en un póster es Pablo Iglesias. Iba yo a comprar el pan y me encontré al PSOE -varios miles- que me invitaron a comer:
-A ver cuándo te vienes un día a, comer con nosotros, macho. En plan cambio de impresiones, sin compromisos, ya sabes.
-Bueno, vale.
Ahora, los ilegales e inexistentes partidos políticos nos invitan mucho a comer a los escritores. Espero que su lubina dos salsas, ya que ¡legal, no sea también inexistente. En tiempos de Arias Salgado, don Gabriel, también invitaba a comer a la prensa de vez en cuando. Sobre todo los primeros viernes, para asegurarse de que guardaban vigilia. Eran tiempos de hambre y la profesión le agradecía mucho estos almuerzos al señor ministro. Lo que pasa es que Arias Salgado, además del salmón, te daba catequesis. La izquierda es más decente. Te invitan a comer y no te dan catequesis ni nada. Otro estilo, otra clase, otra cosa. Una vez me invitó Tamames, porque me habían dado el Nadal, y sólo me pidió que le contase la novela, que aún no había salido. Afortunadamente no se la conté, porque he leído la que él ha escrito en su retiro particular de Carabanchel y le salen mucho mejor que a mí.
Mientras estoy sentadito a la puerta de mi casa, esperando que pase Suárez o que pase el amor, que decía Machado que dos veces no pasa (el amor, no Suárez), pues resulta que el que pasa es Aranguren:
-Que vamos a formar un grupo cultural y político con los españoles que aún somos independientes, y contamos contigo.
O sea que van a alinear a los no alineados. Eso me parece bien, porque Aranguren, aunque es católico, tampoco te da catequesis. 0 te da una catequesis tan ontológica y a lo Maritain que no te enteras. En este amable palique estábamos el profesor y yo mientras el presidente Suárez charlaba con don José María Gil-Robles y Gil Delgado. Bueno, Suárez recibe a señores con tantos apellidos que parece que ha recibido a mucha más gente. Parece ser que también ha recibido a García López, Alvarez Miranda y Carlos Ollero. La verdad es que no puede decirse que se haya pasado. El presidente es como esas embarazadas que se bañan hasta las rodillas en la orilla misma de la playa. No acaba de decidirse a entrar en el mar de los Sargazos de la oposición incontrolada y atea.
-¿Sugiere usted que el señor presidente está ya esperando la cigüeña? Pues es un embarazo prematuro, porque sólo hace unas semanas que cogió el cargo.
-Tenga usted en cuenta que don Torcuato Fernández-Miranda está deseando ser abuelo.
Efectivamente, el presidente tiene un embarazo de tácitos y opusdeístas y parece que quiere abortar. Se ha pegado una pasada por sobre el nido del cuco, que está en la azotea del Ya, y ha dicho que los carguetes los va a nombrar él. Hasta el chico ascensorista de Gobernación lo va a nombrar a dedo, porque dice que los católicos (denominación más política que eucarística) le están comiendo la sopa boba. Claro que eso le pasa por hacer tanta sopa. Lo suyo parece una Política de avecrem. Bueno, pues a ver si me llama y me nombra algo, que para eso somos los dos de la generación del silencio. Pero yo más.
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