Venezuela, interesada en las ofertas de las industrias navales y ferroviarias españolas
Las industrias españolas expusieron en esta capital su potencial técnico y pueden haber consolidado sus ya buenas posibilidades de participar en contratos que por su magnitud y monto -únicos en el hemisferio- podrían acercarse al récord del siglo.La «INI Expo» cerró en Caracas sus puertas el jueves tras registrar la asistencia de más de 80.000 visitantes, entre ellos autoridades del Estado venezolano que elogiaron la capacidad industrial española.
Si bien la exposición no reveló intereses específicamente comerciales, se desarrolló en un momento en que con su fabulosa fortuna petrolera -más de 10.000 millones de dólares de ingreso anual- Venezuela se dispone a concretar importantes proyectos de infraestructura en los que España demostró tener capacidad y experiencia.
Durante el curso de esta exposición se ha negociado la venta de 400 autobuses Pegaso, algunos de cuyos modelos más lujosos fueron el centro de la muestra.
Asimismo, en materia petroquímica, han avanzado conversaciones para la aportación de tecnología española en un proyecto conjunto para la fabricación de cauchos sintéticos. Pero en dos capítulos -para los que hay contratos en juego que, involucran miles de millones de dólares- la tecnología española pareció encontrar sus mayores posibilidades: ferrocarriles y astilleros.
Venezuela ha dispuesto la construcción de una red ferroviaria de 4.000 kilómetros, a un costo inicial que se estima en los 1.200 millones de dólares. La tecnología española es altamente competitiva: el ministro de Comunicaciones venezolano, Leopoldo Sucre Figarella, la calificó como de una de las mejores del mundo. Las ofertas -la española ya fue preseleccionada- están a estudio por el Gobierno.
España cuenta en su favor con su experiencia por una geografía similar a la de largos tramos de los ferrocarriles nacionales y, entre otros, el idioma, factor de peso ante la necesidad de entrenar personal no calificado -como es el grueso del ferroviario- Si bien un contrato de este tipo resultaría conveniente que se otorgue a una sola empresa -a los efectos de standardizar los sistemas-, la urgencia venezolana de contar con ferrocarril podría obligar a repartir su decisión entre varios países o consorcios. En pocos años, el Gobierno venezolano quiere ver levantado un sistema ferroviario igual a un tercio del total del español, que se levantó a lo largo de un siglo.
En materia naviera, Venezuela prevé la construcción de dos astilleros, uno de reparación y otro de construcción.
Este acuerdo, de miles de millones de dólares en su conjunto, prevería la cesión a manera de leasing de navíos de armadores españoles y la construcción de otros nuevos. Venezuela requiere imperiosamente de una flota de carga, ya que el movimiento portuario del país es importante y supone una aguda dependencia de la importación.
Además de la competitividad técnica, los españoles tendrían a su favor la situación de relativa debilidad de su moneda -devaluada hace pocos meses y factible de ser nuevamente modificada su paridad antes de fin de año, según fuentes de la exposición- que permitiría una financiación no sólo poco gravosa, sino también, en el medio plazo, barata, al pagarse menos dólares por la deuda.
Venezuela se vería beneficiada, asimismo, por los bajos costos de la industria naval -mundialmente afectada por poca demanda-, en tanto que España mantendría el nivel de ocupación de su mano de obra.
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