Andreotti llega a un acuerdo con los sindicatos italianos
Con un programa de Gobierno de 54 páginas Giulio Andreotti, encargado por el presidente de la República de formar gobierno el 13 pasado, se pasó la jornada de ayer consultando a los líderes de los partidos. Se trata del segundo round, pero por primera vez en la historia de la República han sido consultadas las tres centrales sindicales: CGIL (comunistas y socialistas), UIL (socialdemócratas) y CISL (democristiana).
Los sindicatos están dispuestos a colaborar con Andreotti a condición de que se luche eficazmente contra la evasión fiscal, y que la escala móvil o adecuación de los salarios al coste de la vida sea congelada, al menos en cuanto a los sueldos más elevados.
Para luchar contra la evasión fiscal Andreotti ha trazado un plan drástico. En agosto próximo se sortearán tres de cada cien contribuyentes, sobre todo entre médicos, abogados, comerciantes, industriales y profesionales en general.
En septiembre la guardia de finanzas estudiará la posición fiscal de los afortunados a la lupa, y en enero próximo se tomarán las medidas del caso. La legislación italiana prevé la cárcel para los evasores graves, los cuales suelen evitarla gracias a recursos y apelaciones interminables. El nuevo Gobiemo quisiera hacer aprobar una ley que los castigue inmediatamente sin grandes rodeos. Se trata de recoger así de dos mil a tres mil millones de liras para los gastos de 1977, cuyo presupuesto tiene que ser aprobado por el Parlamento antes del 31 de julio próximo.
Entre otras medidas contra la inflación, Andreotti quisiera rebajar los gastos públicos hasta un límite de déficit insuperable de 17.000 millones, reducir ministerios y subsecretarías y fomentar las inversiones en la vivienda para trabajadores, la agricultura y el sur del país.
Situación compleja
Contra la opinión de los republicanos, Andreotti quisiera abolir el Ministerio de Bienes Culturales en vez del de Turismo, cuyas competencias por otra parte, como las de la sanidad, obras públicas y agricultura, han sido absorbidas por las regiones.En cuanto a dar un nuevo impulso a la industria, Andreotti ha vuelto a proponer el viejo plan Moro-La Malfa para modernizar las instalaciones, promete que dos de las ocho centrales electronucleares entrarán enseguida en funcionamiento y que para solucionar el problema del desempleo de los jóvenes, se les dará un salario mensual por un año para que se especialicen.
Si Andreotti no lograra la aprobación unánime de los partidos, se presentaría al Parlamento sin previo acuerdo.
El astuto político, que no ha abandonado el Parlamento desde la Constituyente y que tiene fama de conocer como nadie los entresijos de la administración del Estado, quisiera revalorizar la función del Parlamento, incluso en el capítulo de los gastos públicos, que a veces por razones clientelares son ampliados en vez de ser reducidos o contenidos por el Parlamento mismo.
Ahora bien, es difícil prever si se llegará a una fórmula política estable. Sería una lástima en un momento en que los sindicatos están bien dispuestos, la burguesía empresarial vuelve a invertir y en que la gaffe de Schmidt sobre la condición de ninguna ayuda a Italia con los comunistas en el Gobierno le ha perjudicado más a él que a sus destinatarios.
La situación, sin embargo, es compleja. A la Democracia Cristiana le hubiera gustado una mayoría con republicanos y social demócratas favorables y la abstención autónoma de los socialistas. Los democristianos susurran a los comunistas que sigan en la oposición y se oponen, en general, a una consulta colegial con los comunistas para no confundir los papeles de mayoría y minoría. Los comunistas se demuestran indecisos y, aunque preferirían un gobierno de emergencia con todas las fuerzas democráticas, estarían dispuestos a dar a Andreotti la abstención, aunque a cambio de un precio político que todavía se ignora. Es probable que Andreotti termine por hacer un gobierno de sólo democristianos con algunos técnicos y la abstención de comunistas y socialistas. Si ningún otro partido lo votase, la abstención de los comunistas sería determinante, cosa que no ve con buenos ojos la izquierda de la Democracia Cristiana.
Aunque no se ha dado comunicado oficial alguno, se habla de una entrevista secreta de La Malfa con Berlinguer para formar un gobierno con un primer ministro laico, no democristiano.
Nada se sabe de la reacción comunista. Por lo demás Saragat, que al principio dió un rotundo no a Andreotti por considerar su propuesta demasiado influenciada por la Confederación de Industriales, ha atenuado su posición y espera a ver qué decisión adoptarán los socialistas. Los socialistas, por su parte, han aplaudido que Andreotti haya criticado patrióticamente la gaffe de Schmidt y a última hora han insistido en la autonomía de sus decisiones, de las de los comunistas. Aun criticando el exceso de conformismo de los comunistas no se atreven a dar un paso demasiado largo, sin ver cómo los comunistas respiran y se mueven.
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