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Lluvia natural y lluvia artificial

Desde el año 1946 existe la posibilidad de que un fenómeno considerado hasta nuestros días como natural, la lluvia, pueda ser provocado por el hombre. Fueron los norteamericanos Shaefer y Langmuir los primeros científicos conocidos que inventaron un mecanismo para arrancar el agua del cielo, utopía soñada por los antiguos.De las rogativas y ritos para lograr ese agua necesaria a las técnicas para provocarla hay la diferencia que media entre la magia y la ciencia. Por eso, los avances en la comprensión del mecanismo que produce la lluvia son los que han permitido incidir sobre el fenómeno y provocarlo a voluntad.

El proceso de la lluvia consta de varias fases. Comienza el ciclo con la evaporación del agua terrestre, cosa que habitualmente se está produciendo. Le sigue la saturación del aire húmedo y la condensación del vapor de agua que vuelve al estado líquido. Pero esto no supone la lluvia. El agua está allí, en estado líquido, suspendida en pequeñas gotas cuyo diámetro oscila entre 1 y 20 micras, pero eso no significa que caigan.

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Para que las gotas caigan tienen que darse unas circunstancias que pueden darse natural o artificialmente. Se produce la lluvia natural cuando se forman gotas más gruesas que ya no son sostenidas por las corrientes ascendentes de aire sino que caen al suelo. Estas gotas tienen unas dimensiones que oscilan entre medio milímetro y los dos milímetros y medio. Como el milímetro equivale a mil micras, esto significa que una gota de lluvia equivale a unas treinta gotas pequeñas de las que habitualmente integran las nubes.

Las causas meteorológicas que hacen posible la lluvia son de diverso tipo: corrientes ascendentes de frentes fríos; aumento de los cristales de hielo situados en la parte superior de las nubes que al aumentar de peso caen y se funden, aumentando el tamaño de las gotas de agua, etc.

Algunos de los mecanismo que provocan la lluvia pueden ser de origen artificial. Si se consigue multiplicar los cristales de hielo de las nubes, eso hará más frecuente el fenómeno lluvioso. Para ello se puede proyectar en las nubes una inyección de nieve carbónica. La operación es rentable: con 500 gramos de nieve carbónica se ha llegado a provocar una lluvia de 100.000 toneladas.

En el caso de la lluvia provocada en las islas Canarias, se ha logrado incrementar entre un 15 y un 35 Por 100 la lluvia en las zonas que han sido tratadas. Así lo declaraban recientemente los señores Delourne y Georges Antoniade, asesor y director técnico de los programas de lluvia provocada en el archipiélago canario.

Del balance de los investigadores se desprende que con las condiciones meteorológicas que se han dado durante el pasado invierno en las islas no han podido recogerse mejores resultados. Pero la diseminación en el interior de las nubes del producto urazur mediante avionetas -ese ha sido el procedimiento empleado- no ha hecho posible la producción de lluvia en la zona sur de Tenerife, sencillamente porque allí no hay nubes que tratar.

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