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El milenario del idioma castellaño se celebrará en Santander

Se levantará un monumento a la lengua

Por iniciativa de don Manuel Pereda de la Reguera, escultor y presidente del Ateneo de Santander, se celebrará en esta ciudad, el próximo año 1977, el milenario del idioma castellano. Un monumento de enormes dimensiones, proyecto del mencionado escultor, coronará una plaza asomada al mar, y será inaugurado en medio de una serie de celebraciones. Efectivamente, el próximo año se cumplirán los 1.000 de la escritura del primer texto conscientemente castellano, las Glosas Emilianenses. Y se celebrará en el que, según todos los indicios, es el lugar mismo de su nacimiento.

En el calendario de actividades previstas estará, aparte la inauguración del monumento y otros hitos, la programación de la Primera feria y exposición de manuscritos, originales, epistolarios y autógrafos, una feria del libro hispanoamericano, una exposición filatélica y numismática de los países hispánicos, y una serie de ciclos de conferencias en tomo a la cultura hispana y sudamericana, que encontrará su máxima expresión en el proyecto de Congreso Internacional de Lingüística, para cuya organización se ha pedido colaboración a la Real Academia de la Lengua.

El ala de la lengua

Según la maqueta, el monumento será una altísima y esbelta ala, de 16 metros de altura, metálica, y de bordes muy rugosos y expresivos, que, de alguna manera hace alusión a la comunicación aérea, a la voz. A su frente, en semicírculo, un panel de 4,50 por 1,20 metros, en que se recogen escenas expresionistas, referidas a las circunstancias que rodearon origen y extensión del idioma castellano. A grandes trazos, apenas sugerentes, alusiones a la Reconquista, los escritorios monacales, las naves, del salto a América, y la conquista y colonización del continente sudamericano, en tanto vehículo de estensión de nuestra lengua.

Este conjunto irá montado sobre un basamento cilíndrico de sillería, de 2,60 metros de altura, presidiendo una plaza semicircular, rematada por un muro sillar almenado. En cada almena, la representación de los países latinoamericanos.

El proyecto se puso en marcha con la colaboración y apoyo del publicista montañés, residente en México, don Eulalio Ferrer, en julio de, 1975, y hasta el momento, se cuenta para la gestión del ambicioso proyecto con la aportación particular de don Angel Losada, mexicano, y el senador colombiano don Carlos Ardilla, de un millón de pesetas cada uno. Para terminar de cubrir económicamente el proyecto, el Comité patrocinador ha pedido apoyo y colaboración a las Repúblicas sudamericanas.

La cuna del castellano

Según declaraciones del autor del proyecto, la erección del monumento en Santander, o en otro lugar de Castilla, no necesita justificación. Son casi 400 millones los hispanohablantes, y se extienden por más de 10 millones de kilómetros cuadrados, al margen de los sinnúmero de bilingües en los Estados Unidos, y otros países. Pero es que, además, parece probado ligüística e históricamente que el idioma castellano, nace en los territorios de Cantabria. Unicamente la celebración del primer milenario de aquel primer texto castellano, Las Glosas Emilianenses, ha dado el marco en que la inauguración del monumento puede encontrar resonancias culturales más amplias y casi universales.El territorio de los cántabros, que según Menéndez Pidal, cambian el latín en esta forma de evolución nueva y revolucionaria que resultó ser el castellano, se extendía en lo que hoy es la provincia de Santander. De hecho, una asociación cultural regionalista, reclama estos días el nombre de Cantabria, para la región unida a una serie de reivindicaciones socioeconómicas. Efectivamente, ya los historiadores latinos, Marco Poncio Catón, Julio César y Strabon delimitaban el territorio y la raza que dio nombre a un mar y una cordillera. Y Schulten y González Echegaray han marcado modernamente las viejas fronteras de manera inequívoca. Santander es, pues, el núcleo de la región en que nació el castellano.

Las Glosas Emilianenses, son aclaraciones en castellano sobre un texto monacal latino hallado en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, en la Rioja -viejo territorio cántabro- y que han sido fechadas a finales del siglo X. Eran a modo de aclaraciones en la lengua viva, sobre un latín muy primitivo, para aquellos frailes que ya no comprendían la vieja lengua vulgar del Imperio. Con las Glosas Silenses, -del monasterio de Santo Domingo de Silos, poco posteriores- constituyen un documento histórico y lingüístico de primordial importancia en tanto marcan la distancia entre el latín y el primer romance, y el primer documento conocido en que hay un uso escrito, no literario, de la lengua viva. Es decir, del primer castellano.

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