¿Somos o no somos ?
Es lo que tiene la política saducea, que nunca se acaba de saber si vamos o venimos, si somos o no somos. ¿Qué es lo que han aprobado las Cortes, qué es lo que han denegado? ¿Somos ya comunistas, o todavía no?-Pare el carro, joven, que va usted muy deprisa.
Don Torcuato Fernández-Miranda, claro, es un Maquiavelo asturiano, pero en más saduceo, y para obtener de las Cortes la modificación legal que dé vía libre al PC, ha echado por delante a dos señores, Landelino y el otro, diciendo que de PC nada, o sea nascis. Lo ha hecho tan bien, ha emboscado tanto sus intenciones, ha negado y hecho negar tantas veces lo que trataba de afirmar, que al final ya no sabemos si somos o no somos.
-Si somos o no somos qué.
-Demócratas, leñe.
Las Cortes iban a vivir su día más largo. El día D, que suelen decir los cronistas inspirados. Lo raro es que los señores procuradores no acudieran a la casa de fieras (lo digo por los leones de la puerta) con casco y redecilla, como para el asalto de Guadalcanal. Don Torcuato se había puesto una corbata de dibujitos por todo camuflaje. Yo creo que ahora está pillado en su propia astucia. Ha conseguido un sí tan condicional que parece un no.
-Bueno, pero somos o no somos demócratas universales, comunismo incluido.
Salí de casa temprano, para ir al médico a que me diese la papilla y me mirase la tripa por el aparato, y ya cuando los gallos del día querían quebrar albores, se notaba por la calle, entre el personal, como un desconcierto y una crisis de identidad. Era la pregunta que se pasaban el lechero y el taxista, el repartidor a la criada mozorra de San Sebastián de los Reyes (gran vivero de las mejores doncellas madrileñas):
-Tenemos o no tenemos Partido Comunista?
Le iba a preguntar al doctor Mogena, que es un genio de la cosa gástrica, una lumbrera, como dice mi tía, si él cree que la cosa está legalizada o qué, pero me llenó la boca de papilla y no pude.
-Por lo que veo, anda usted con la úlcera de duodeno. Eso explica su mala leche.
-No era leche. Ya le digo que era papilla. Y siento decepcionarle, pero de úlcera, nada monada. Es que me gusta la papilla del doctor Mogena.
Nada más escapar de los rayos equis, me fui echando papilla a buscar EL PAIS. Se había agotado en todos los quioscos. Imposible saber, pues, si al fin somos un pueblo libre. Me toca un taxista reaccionario de los pocos que hay (madrugar no es bueno para nada) y me recita a Escrivá de Romaní Otros suelen recitar el Piyayo «Queda claramente condenado el totalitarismo comunista». A ver cómo le explico yo a este honrado mecánico de derechas que con esas palabras el señor Escrivá estaba abriendo vía al comunismo. Evidentemente, Fernández-Miranda no legisla para taxistas.
-Con la grande polvareda, perdimos a don Beltrán.
-¿Es que teníamos que recoger a otro señor? -me pregunta el taxista.
Con tan grande polvareda juridico-política, hemos perdido a don Beltrán y a Carrillo. Ni los propios procuradores votantes saben si sí o no. Las Cortes franquistas tampoco sabían casi nunca lo que hablan votado. La diferencia es que no les importaba mayormente.
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