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Tras secuestrar un avión sirio en vuelo Trípoli-Bengasi, se entrega en Palma

El comandante Masters, terminada la aventura, porque de una aventura se trató, y que tuvo corro principal protagonista al joven libio Mustafá Hasdlumagid, autor del secuestro, nos cuenta su experiencia en el restaurante del aeropuerto de Palma, mientras almuerza con los compañeros de su tripulación.Los pasajeros, en unas dependencias cercanas, son atendidos por los servicios del aeropuerto y de la compañía Iberia. El frustrado secuestrador, unas mesas más allá, ha pedido un poco de carne para comer. A su lado, dos funcionarios de la policía de Palma, acompañados por un oficial del aeropuerto. Son las 2.30 de la tarde y la tensión por las horas vividas a bordo del avión de las líneas aéreas libias ya ha cedido. Ahora la angustia y el cansancio se han apoderado de los tripulantes y de los pasajeros.

El comandante Masters, alto, rubio, con bigote casi cano, narra las vicisitudes de este secuestro aéreo que tuvo un final feliz en el aeropuerto de Palma.

«No llevábamos más de cinco minutos de vuelo cuando entró un muchacho, muy nervioso, esgrimiendo dos pequeñas pistolas. Encañonó con una de ellas al mecánico y el árabe nos dio órdenes para que dirigiéramos el avión hacia Túnez. No pudimos aterrizar en el aeropuerto tunecino porque no obtuvimos permiso de la torre de control y ante esta contingencia el mismo secuestrador nos sugirió que pusiéramos rumbo hacia Argel».

«Prácticamente muchos de los pasajeros no se enteraron del secuestro hasta que no tomamos tierra en el aeropuerto de Palma. Nadie notó nada anormal, sólo que el vuelo duraba más de la cuenta».

Continuando con la relación cronológica del secuestro, el comandante del avión sigue narrándonos su aventura.

«Al no poder aterrizar tampoco en Argel, porque se encontraba la pista bloqueada, a través de la radio me puse en comunicación con la torre de control del aeropuerto argelino para que comunicara al aeropuerto de Palma que nos dirigíamos hacia aquí para repostar y como si se tratara de un vuelo normal, ya que estábamos acabando el carburante».

La comunicación se recibió en el aeropuerto de Palma poco después de las diez de la mañana. Un avión en ruta Trípoli-Argel, pedía permiso para aterrizar y después para repostarse de combustible. El avión, cuando llegó a la vertical de Palma aún estuvo volando un rato sobre la isla y a las 11.32 de la mañana tomaba tierra, y quedó aparcado en la cabecera de pista.

Después dieron permiso a la tripulación y pasajeros para que pudiesen abandonar el avión y ser atendidos por los servicios de Iberia, que se hizo cargo de los mismos, conduciéndoles al restaurante, donde les fue ofrecido un almuerzo.

El avión una vez repostado de combustible y con todos los pasajeros y tripulación a bordo, emprendió vuelo de regreso a Trípoli poco antes de las cuatro de la tarde. El secuestrador, Mustafá Hasdlumagid, una vez terminado su almuerzo fue trasladado a las dependeencias de la delegación de la Dirección General de Seguridad para prestar declaración ante el juez militar que se ha hecho cargo del caso, siendo después conducido a prisión.

Los pasajeros se habían dado cuenta de que algo anormal ocurría a bordo. Entonces el secuestrador intentó ganar tiempo y a través de la radio del propio avión se comunicó con la torre de control y pidió primero un avión para salir hacia Túnez y luego, también, que le pusieran un coche a su disposición.

«En este momento -agrega el comandante Masters- le hicimos saber lo disparatado de su intento y le convencimos de que no tenía muchas posibilidades de éxito. Tras unos minutos de conversaciones le pudimos convencer para que se entregara. El mismo puso ennuestras manos las dos pistolas y dos cuchillos de regular tamaño que llevaba consigo, escondidos entre sus ropas».

El secuestrador, Mustafá Hasdlumagid, les manifestó en un momento del vuelo que los motivos que le habían inducido a llevar adelante el secuestro era huir de Libia para no complir el servicio militar, y también, que no estaba muy conforme con la política seguida por el coronel Gaddafi.

Una vez tomó tierra el avión en el aeropuerto mallorquín y cuando el secuestrador se hubo entregado a la tripulación, los miembros de ésta se pusieron en comunicación con la torre de control del aeropuerto y con las autoridades para que subieran a bordo a hacerse cargo del detenido. El primero en subir fue el jefe del aeropuerto, coronel Eustaquio Alonso, quien, ya a bordo del avión y acompañado por dos miembros de la policía, se hicieron cargo del joven libio que no tenía más de 20 años para conducirle a las dependencias del aeropuerto.

Después dieron permiso a la tripulación y pasajeros para que pudieran abandonar el avión y ser atendidos por los servicios de Iberia, que se hizo cargo de los mismos, conduciéndolos al restaurante, donde les fue ofrecido el almuerzo.

El avión, una vez repostado de combustible y con todos los pasajeros y tripulación a bordo, emprendió vuelo de regreso a Trípoli, poco antes de las cuatro de la tarde.

El secuestrador, Mustafá Hasdlumagid, una vez terminado su almuerzo y conducido por la policía, fue trasladado a las dependencias de la Dirección General de Seguridad para prestar declaración ante el juez militar que se ha hecho cargo del caso, siendo después conducido a prisión, donde quedó detenido.

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