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El primer ministro británico, en el Ulster

Juan Cruz

El primer ministro británico, James Callaghan, visitó ayer el Ulster por primera vez desde que ocupa la jefatura del Gobierno. Antes de su llegada, que no fue anunciada por motivos de seguridad, una bomba explotó en el centro de Belfast. No se produjeron daños graves. El viaje de Callaghan al territorio se produjo cuando la violencia parece arreciar. El pasado fin de semana unos pistoleros en Belfast hirieron a una mujer embarazada que dio a luz luego prematuramente en un hospital. Callaghan se entrevistó en UIster con representantes del ejército estacionado en la provincia y con los responsables de las distintas fuerzas de seguridad, cuya moral descendió notablemente en los últimos tiempos, como consecuencia de los numerosos ataques terroristas de que fueron víctimas muchos de sus miembros. El sábado, por ejemplo, murió un soldado, a consecuencia de las heridas que un terrorista le causó cuarenta y ocho horas antes.El actual primer ministro británico fue quien en 1969 envió el ejército al Ulster, cuando allí comenzó a reinar la violencia. Callaghan era entonces ministro del Interior y creyó que con esa medida se iba a garantizar la paz del territorio.

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Como es notorio, no fue así. El ejército, que es la fuerza situada en medio de católicos y protestantes, para controlarlos, no pudo dominar el terreno. Los enfrentamientos siguieron y ganaron en intensidad a lo largo de estos siete años. En los seis meses que llevamos de 1976 se produjeron más atentados y más muertes que en el mismo período de 1975. Además, el IRA anunció «un verano caliente» y sus oponentes, los protestantes, amenazaron con responder con igual moneda. En estas circunstancias, los asesinatos sectarios, que habían disminuido considerablemente, volvieron a recrudecerse.

Una de las condiciones que pone el IRA para acordar una tregua es la retirada inmediata del Ulster de los militares ingleses. El Gobierno se negó repetidamente a considerar esta demanda, pero en los últimos tiempos parece haber cambiado de criterio e inició la retirada de sus hombres.

Callaghan, que, como dijimos, fue quien los envió, puede ser el que, ahora como primer ministro, los haga desaparecer del mapa de Irlanda del Norte. Sin embargo, la policía fue reforzada, por lo que oficialmente se considera que los medios para asegurar la lucha contra la violencia no fueron minimizados sino reformados. El propósito del viaje de ayer de Callaghan puede haber sido el de dar los últimos toques a esa reforma.

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