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Entrevista:

"Nadie tiene el monopolio de la interpretación de la democracia"

—Además de un reparto equitativo de las cargas fiscales, tiene que haber una paridad en el tratamiento del salario y del dividendo. Al mismo tiempo, hay dos objetivos que resulta imprescindible tratar de alcanzar, el primero crear una cadena de medidas fiscales que sirvan de apoyatura a aquellos servicios públicos de gran importancia para la sociedad y que son financiados por el Estado; en segundo lugar, a mi juicio, a mi luicio lo más urgente de todo, tomar unos productos alimenticios básicos y protegerlos; el Estado debe concentrar sus subvenciones en los productos esenciales para la alimentación. En otro orden de cosas, es necesaria una labor de humanización de las relaciones en el seno de las empresas.

— Ha sido elegido recientemente presidente de UDPE, ¿qué significa esto para usted?

— Significa participar a un nivel interesante en las tareas de mi grupo, con posibilidad de hacer muchas cosas.

— ¿Por qué se afilió a Unión del Pueblo Español?

— Desde los orígenes de esta asociación, el planteamiento de algunas personas con afán de conciliar el futuro con el pasado de España, aunque esto no estuviera muy perfilado todavía, indiciariamente, a mí me parecía que era el camino.

—Un camino, una postura que frecuentemente ha sido calificada de oficialista y derechista.

—En primer lugar, debo decir que no hay oficialismo ni propósito de servir a ningún estamento oficial concreto, salvo a la Monarquía española. En segundo lugar, ¿se nos puede tachar a nosotros de oficialistas cuando hay ministros del actual Gobierno en otras asociaciones políticas? Los indicios de oficialismo ya no están en nosotros. Por lo que respecta a la acusación de derechismo, nosotros creemos en un partido popular sin acepción de clases ni personas. Los conceptos de derecha e izquierda son extraordinariamente relativos. Yo diría que el populismo tiene una vocación de clases media; y las clases medias están llenas de trabajadores y campesinos. Entonces, si admitimos a efectos de hipótesis que hay posiciones de derecha e izquierda, en el sentido en que suelen emplearse estos términos, se ha comprobado con frecuencia que las clases medias no reaccionan de la misma manera ante los distintos problemas. De este modo, nosotros tendremos reacciones de derechas y de izquierdas. No sé si a esto se le puede llamar centrismo, aunque creo que esta es una palabra tremendamente desgastada después de las recientes elecciones italianas. El encasillamiento suele hacerse desde fuera.

— ¿Cree que el programa de la asociación que usted preside sintoniza con las aspiraciones de gran número de españoles?

—Pienso que nuestro programa puede tener amplia respuesta. Desde una perspectiva realista se puede decir que, en general, los programas de los partidos políticos españoles, salvo algunos casos extremos, a un lado y a otro del espectro de fuerzas políticas, tendrán siempre un parecido bastante grande. La verdadera prueba para los partidos estará en la capacidad que tengan para mantener esos programas y postular seriamente que se cumplan, tanto desde una posición de poder como de una posición de presencia en el Parlamento.

—En el actual momento político español parece evidenciarse una intensa lucha por parte de los diversos partidos para alcanzar el poder.

—El tratar de alcanzar el poder es consustancial a la naturaleza de todo partido político.

— ¿UDPE también intenta alcanzar el poder?

—El decir eso ahora parece que se tenga la impresión de una llega da próxima. Nosotros lo que pretendemos, de momento, es tener una sólida participación en las instituciones representativas, es lo único que creemos viable y posible en una etapa inmediata.

Sí, a los pactos

— ¿Es usted partidario de que UDPE lleve a cabo pactos y alianzas con otros grupos?

—Naturalmente, sí.

—Sobre este tema considero que es preciso mantener antes conversaciones, que sustancialmente no se han tenido, con otros grupos políticos. En estos momentos, todo el mundo está en trance de organización y elaborando sus programas. No podemos pronunciarnos sobre este tema mientras estos programas no sean conocidos.

—Si no los programas, las bases ideológicas de asociaciones como ANEPA. Frente Nacional Español, y otros grupos políticos son difundidas en las intervenciones públicas de sus líderes.

—Yo no tengo la seguridad de que sean conocidos todos los programas. Por ejemplo, el futuro Partido Regionalista, que hoy solamente es un grupo parlamentario, todavía no ha formulado su programa. El programa de ANEPA, en su nueva etapa de asociación política, yo no creo que esté definitivamente elaborado. No puedo ocultar, sin embargo, que entre UDPE y ANEPA existen afinidades, y evidentemente, el estrechar vínculos con esa asociación es un objetivo que ya se perfila como inmediato, sobre todo por el conocimiento de las personas y por otras identidades que ya están puestas de relieve.

—Recientemente se ha hablado de la existencia de contactos entre su asociación y conocidos miembros del Opus Dei.

—Tengo conocimiento de que hay miembros del Opus Dei en asociaciones y partidos políticos distintos. Nosotros con el Opus Dei, como institución religiosa, evidentemente, no hemos tenido contacto alguno. Hemos hablado con personas que pertenecen o pueden pertenecer a la institución como con toda clase de políticos españoles, pero no hemos mantenido contactos a nivel institucional.

— ¿Existen puntos comunes entre su línea ideológica y la del señor López Rodó?

—Para eso tendría que ver el programa que ver en su día el futuro Partido Regionalista, que es como creo que se va a llamar el partido que cree el Grupo Parlamentario Regionalista. Sin embargo, le puedo decir que existe un punto de coincidencia entre el señor López Rodó y yo en relación con la ley de Asociación Política, que ha sido puesto de relieve en pleno de las Cortes del 9 de junio. Le puedo asegurar que no hubo ningún planteamiento previo de cómo iba a ser su discurso o cómo iba a ser el mío. El hizo una alusión a mi discurso porque yo había hablado antes que él, como yo la hubiera hecho sobre el suyo si yo le hubiera precedido. No obstante, los dos estamos completamente de acuerdo en que el tema de la participación política no debe hacer olvidar la grave importancia que en cada momento tiene el problema del desarrollo económico y sus repercusiones sobre el tema social. Tenemos la sensación de que en la política española sólo hay un problema y en un momento de crisis en la economía, el mejorar la situación económica es absolutamente relevante. Estamos también de acuerdo en la evolución sin ruptura; creo que también lo estamos en la necesidad de coexistencia de los dos tipos de representación, el que nace del sufragio universal y el que nace de cuerpos sociales representados, y, desde luego, coincidimos en que el regionalismo precisa un planteamiento general y serio.

— ¿Sobre qué están en desacuerdo?

—Pues realmente a mí no me consta que estemos en desacuerdo sobre algún problema importante.

—Entonces no sería descabellado pensar en una futura alianza.

—No sería en absoluto descabellado. Aunque es importante precisar que hemos hablado del pensamiento, en lo que a mí me consta, del señor López Rodó, pero no del programa de su grupo.

Ampliar el sufragio

— ¿Qué impresión le produce oír hablar de ruptura?

—Mala. Porque con la ruptura solamente se pueden conseguir convulsiones y daño, para el desarrollo social y para el desarrollo económico.

— ¿Aunque la ruptura sea pactada?

—Si la ruptura es pactada a lo mejor no es tan ruptura.

— ¿Ve usted posible que el próximo Gobierno y los partidos de la oposición establezcan un compromiso para llegar a una salida convincentemente democrática?

—Nadie tiene el monopolio de la interpretación de la democracia. Creo que la democracia tiene ex presiones que no son solamente las que esa oposición a que usted se refiere considera democracia. En cuanto a buscar una salida convincente democrática, depende a quién se quiera convencer, por que hasta ahora, el pueblo español no queda reflejado en la actitud de unas cuantas minorías, de un signo o de otro. En principio, yo estimo que para una nación que ha logrado cotas de prosperidad y de bienestar social, aunque, naturalmente, queden lagunas por subsanar, la ruptura no puede ser buena porque es entregarse a algo incierto, después romper con lo positivo.

— ¿Hasta dónde podrían llegar las concesiones por parte de las distintas fuerzas políticas para propiciar el establecimiento de la democracia?

—Hace falta ampliar la base del sufragio universal, eso está clarísimo; es necesario también encajar el tema regional seriamente y generalizadamente; hay que admitir que la Constitución no puede seguir como está y necesita retoques. Por otra parte, se debe reconocer lo que el pasado tiene de positivo y respetarlo.

No al Partido Comunista

—Entre esos puntos que se deben admitir, ¿UDPE incluiría la legalización del Partido Comunista?

—Desde el punto de vista que ofrece la Constitución española y vista la actitud del Partido Comunista en los países en que toma el poder, esa legalización me parece más problemática.

—Un tema de palpitante actualidad es el referéndum que va a celebrarse dentro pocos meses, ¿en qué términos cree que debe plantearse?

—A mi entender, el referéndum tiene que plantearse por leyes concretas, es decir, como se ha planteado siempre en España. Lo que se tiene que someter al pueblo español no son criterios generales, sino leyes. La Constitución se reforma con el voto de las Cortes y el refrendo de la nación y la Constitución sólo se reforma con leyes, luego lo que hay que someter al voto de las Cortes y al referéndum de la nación son las leyes.

— ¿Cuál es su opinión sobre las reacciones de los españoles tras la muerte del general Franco?

—El término españoles hay que utilizarlo con mucha cautela, por que no sabemos hasta qué punto muchas de las cosas que son presentadas como fenómenos muy generalizados, a veces son situaciones muy particularizadas. Evidentemente la muerte del Caudillo tenía que producir un cierto desconcierto en la sociedad española; los métodos de participación y la aparición de núcleos de organización política, como son las asociaciones, es lo que tiene que ir reorientando este problema, salvando por encima de todo la figura del Rey.

—Anteriormente ha señalado la grave situación en que se encuentra nuestra economía, ¿qué soluciones podría aportar UDPE a este problema?

—Creo que en este momento son necesarias medidas que se aproximen a un plan de estabilización. Sin una serie de medidas extraordinariamente rigurosas, que deben pactarse con las fuerzas sociales en presencia, no es posible replantear el problema económico español. Si se hace esto o algo parecido, habrá que buscar que el reparto de las cargas sea proporcional y no recaiga sobre la clase social más débil.

—En este contexto, ¿qué ofrecerían a la clase trabajadora?

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