El "abuso de poder", una constante en la obra de Vázquez de Sola
Entrevista con el caricaturista español
Andrés Vázquez de Sola, nacido en San Roque, Cádiz, tiene 46 años. Desde 1959 vive en el exilio, en París. «Pero no puede decirse que soy un exiliado, explicó a EL PAÍS, en vísperas de su primera exposición en España, inaugurada recientemente en Madrid. Tuve que marcharme porque, a fuerza de crear problemas, en donde trabajaba, la vida me era imposible. Escribía y dibujaba en diarios como «Madrid» y en varias revistas, como «Sábado Gráfico» y otras; colaboré en programas de radio y televisión, como en el llamado, «La noche del sábado». Dado el tema de mis trabajos y mis actitudes personales, el final de las discusiones era siempre idéntico: "si no estás contento, vete a Moscú", me reprochaban. Era tan ingenuo, que a fuerza de oír esta frase, llegué a creerme comunista. Y no lo era. Un día, ya no pude más; y me vine a Paris, por propia voluntad; debido a esto, me considero un trabajador emigrado. Aquí, debo reconocerlo, encontré trabajo. Y libertad para realizarlo.»
Hoy, Vázquez de Sola vive en un chalet en las afueras de París. Pero han pasado 16 años desde que llegó a la capital francesa. De entrada, durante seis meses, fue peón de al bañil; un día cayó de un andamio, ingresó en el hospital y el médico se interesó por su profesión: Vázquez de Sola aseguró era journaliste (periodista); el médico quiso comprender se trataba de Journalier (bracero) y que la pronunciación defectuosa, lógica, creaba el equívoco. Pero Vázquez de Sola insistió: «no, no; soy periodista o, si usted quiere, un bracero del periodismo».
El médico vio uno de sus dibujos, La corrida, que no había podido publicarse en España, porque, en el tendido, aparecía Franco. Sorprendido, favorablemente, le aconsejó se presentara en el semanario humorista francés, Le Canard Enchainé. Inmediatamente fue aceptado y, aquí, empezó la segunda carrera del caricaturista Vázquez de Sola.
Número uno del planeta
El diario independiente, Le Monde, y el comunista L'Humanité, además del Canard, le sirvieron de plataforma. La prensa francesa y las más importante de todo el mundo, desde hace tres lustros, publican sus caricaturas. Así llegaron las exposiciones, en Francia y en el extranjero. «De todas ellas, recuerda Vázquez de Sola, la que más me emocionó tuvo lugar en 1974, en Turquía. El régimen, de entonces, de tendencia algo democrática, liberó de la cárcel a varios humoristas. Para celebrarlo, se organizó una exposición; invitaron a los que ellos consideraban los 20 mejores dibujantes del mundo. El jurado me dio el primer premio, por entender que, en mis caricaturas, denunciaba el abuso de poder que, bajo formas diferentes, es tentación de todos los regímenes.»
El abuso de poder es el tema permanente de la obra de Vázquez de Sola, impresa en12 libros, publicados en Francia. Ahora, en Madrid, Ediciones Tucar, que ha organizado su exposición, tiene dos de ellos en la imprenta: La perra vida de un perro flaco y Caricaturas, este último prologado por el profesor, y presidente del Partido Socialista Popular, señor Tierno Galván. La exposición está compuesta por 50 caricaturas de nombres de la cultura hispánica, desde Alberti, Azorín y Bécquer, hasta Rubén Darío, Lorca, Sastre y Pemán. Ha pretendido incluir dos caricaturas, bajo el título, Frankestein y su novia, que no son otras que las de Carrillo y la Pasionaria. Pero, dificultades diversas se lo han impedido. ¿Y el exilio? «Hasta el año 1966, explicó, pude volver a España. Pero, en esta ocasión, me detuvieron en Ceuta, sin saber por qué. Y, sin saber por qué, tres meses después quedé en libertad. Quizás influyó la campaña internacional que se hizo en mi favor. Días pasados, por fin, volví para asistir a la cena que se dio en honor de Tierno Galván. Y no me ocurrió nada. Pero me ha aconsejado que era preferible no asistiera a la inauguración de mi exposición. Jurídicamente, nada me acusa, pero puedo ser molestado. Veremos a ver los que ocurre...»
Un museo, que no es de Moscú
Un amigo suyo afirma que, Vázquez de Sola, llora cada noche, pensando en España, en volver, en su tierra natal. Cuando se le interroga sobre esta cuestión, él estalla de risa. Y su cara de hombre-niño es una cosa seria, que recuerda una frase que le dedicó Tierno Galván: «ha tenido que sufrir y triunfar en el exilio».
«Lo que importa, reflexiona Vázquez de Sola, es el porvenir democrático de España. Por mi parte, hago lo que puedo. Ahora, gano más dinero del que necesito para vivir. Y como, ni atesorar, ni especular, ni ser propietario, están de acuerdo con mis ideas; y como a mis cinco hijos no pienso dejarles más que un nombre limpio y una educación, ayudo en lo que me parece oportuno. Todo lo que gano lo estoy empleando en la creación de un museo de caricaturas de todo el mundo. El edificio ya está terminado y pagado, en Manilva (Málaga). Ya tengo 1.000 obras. Algunos dibujantes me las regalan; otras, las compro; Tierno me ha prometido un manuscrito de Quevedo. Todo está dispuesto ya para que, en su día, el museo pase a ser propiedad del Municipio. Con ello espero contribuir en algo a la cultura del pueblo...»
Vázquez de Sola aún aclaró a EL PAÍS que, a última hora, se ha convenido en que la casa construida es pequeña y, un amigo le ha regalado el terreno para hacer otro edificio más grande. El primero será destinado para residencia de los dibujantes que vengan a exponer. Y, por fin, sereno, reflexivo, dice: «Me gustaría deshacer una leyenda que ha lanzado mi familia. Como les parece imposible que la profesión de dibujante de dinero para todos estos gastos, han difundido la especie clásica: "es el oro de Moscú". Pues no es así. Mi banquero sabe los sacrificios que estoy haciendo. Y el contratista, Enrique Fernández Argüelles, conoce los apuros que he pasado para pagarle.
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