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Entrevista:

"El artista debe ser libre y no estar supeditado al mando de las ideologías"

Entrevista con Rafael Canogar

Rafael Canogar expone en Madrid una obra con la que inicia una nueva etapa en su evolución artística.

Tras diez años de infatigable adscripción al denominado realismo crítico, en el que sin duda halló su más característica expresión, Canogar vuelve a la abstracción; a una abstracción de diferente signo a la que abandonara en los años sesenta, y que retoma elementos largo tiempo olvidados, desarrollando a la vez, por distintos caminos, aquellos que siempre estuvieron presentes en su obra.

La pintura contemporánea atraviesa desde hace varios años una situación problemática de causas muy concretas, y en gran medida se está caracterizando por sus efectos.

Rafael Canogar opina en esta entrevista sobre esos aspectos, su postura ante ellos y su obra actual.

— ¿Por qué este cambio radical en su pintura?

—Las razones son complejas de analizar. Para empezar, éste no es el primero, ya he dado otros tan drásticos como éste, anteriormente. Los motivos, que son múltiples, pueden reducirse a dos o tres principales: en los últimos diez años he realizado muchas obras, siempre en la línea del realismo crítico (creo que soy un trabajador infatigable) y es importante no olvidar que, aparte de la temática, había en ellas una aportación estilística o técnica. El cambio actual es debido, en parte, a un cansancio de los materiales. En el sentido ideológico, he venido desarrollando una serie de ideas en las que la crítica social ha imperado, pero necesariamente hay un momento en el que llega una reiteración inútil y uno se da cuenta de que este arte que nace para romper y proponer llega a ser asimilado y hasta manejado. Entonces se impone una transformación.

De cualquier modo, posiblemente en mí siempre ha podido más el hombre artista que el hombre político.

Existen además otras razones. Yo he tomado el arte como una aventura, como un continuo avance. Lo que he hecho hasta ayer ha perdido la fuerza de ruptura, y al hacerlo, ha perdido también para mí todo placer, que sólo podría recuperar volviendo a empezar, que es lo que trato de hacer ahora y en lo que trabajo. Se trata de recuperar una serie de materiales que había abandonado hace unos años, la pintura, la plástica, pero poniéndolos al servicio de una forma nueva, y sinceramente tengo que decir que los resultados tienen un frescor que habían dejado de tener en mi anterior etapa.

Cambios cíclicos

— ¿A qué se deben esos cambios cíclicos que se dan en la obra de los artistas contemporáneos, ese pasar de la figuración a la abstracción, o de un estilo a su opuesto? —Principalmente a una forma de ser de la sociedad capitalista, en la que la competencia y el deseo de superación es tan importante. Ello ha determinado el ritmo tan vertiginoso de estos cambios, que desde el expresionismo abstracto han ido en aumento, llegando, a partir del informalismo, a surgir numerosas tendencias que conviven entre sí.

Por otra parte, la sociedad y las galerías de arte son absolutamente capaces de absorber cualquier tipo de actividad artística, incluso las más anticomerciales, como el body-art o el land-art. Es, pues, necesario revisar los postulados para de nuevo crear movimientos vanguardistas, es decir, de ruptura, y esta es la posibilidad que nos están ofreciendo los artistas de los últimos decenios.

Por lo demás, está siempre el deseo de hacer algo nuevo, que es tan importante. Demasiado importante.

— ¿Por qué demasiado?

—Porque los cambios operados en busca de esa novedad se han hecho excesivamente técnicos y a la vez rápidos. Esto impide que lleguen a una mayoría. La evolución artística escapa a la comprensión general, y de esta manera volvemos siempre al círculo de la élite.

— ¿Es el realismo crítico un callejón sin salida en la actualidad?

—Lo es para mí, desde luego, aunque hubiera podido seguir trabajando en él muchos años, y creo también que lo es en general.

Ha sido un movimiento enormemente sano, romántico, y que valía la pena intentar, pero para crear un verdadero arte popular las iniciativas no tienen que partir de unos cuantos individuos artistas aisladamente, tendrían que partir de grupos mayoritarios y con verdadero apoyo.

— ¿No habría que intentar llevar las transformaciones expresivas necesarias a todo mensaje que se pretenda vivo a nuevos «medios»?

—Creo, precisamente, que hemos pasado por una etapa demasiado amplia en cuanto a intentos de llevar la comunicación a posiciones demasiado extremas y extraartísticas (por descontado que no niego), pero en mi caso concreto experimento una reacción; quiero volver a la pintura «pintura» por la frescura que tiene al haber sido abandonada durante mucho tiempo, y por un cansancio de tanta pintura figurativa vulgar y sin imaginación ni sentido.

Considero que se han utilizado todo tipo de medios: quizá lo que no se ha hecho en estos últimos años es pintar.

— ¿Cuál es para usted el lugar de la pintura en la sociedad?

—Eso es algo siempre difícil de analizar. Desde luego, muy importante, si no todo lo eficaz que debiera ser. Tiene que ser un patrimonio de todos y deben ejercerse los medios para que lo sea. Lo que si creo firmemente es que el artista debe ser libre y no estar supeditado al mando de las ideologías, no debe ser siervo de conceptos sociopolíticos.

La pintura española actual

— ¿Cómo ve el momento actual de la pintura española?

—España siempre ha sido un país de pintores, aunque sea un gran tópico el decirlo, pero ha pasado por momentos mejores que otros; en la actualidad no atraviesa uno muy feliz, pero la verdad es que la crisis es mundial. Se está notando, creo, en el mundo occidental artístico una falta de dirección o tendencia, como pudo ser en su momento el Informalismo.

De todos modos, poco a poco, España va integrándose cada vez más en el movimiento artístico europeo; su presencia en las ferias de Basilea lo demuestra, y estoy seguro de que encontrará el lugar que merece como centro artístico.

De momento, España quizá lo único que ha hecho ha sido exportar pintores.

También la crítica tiene que revitalizarse, prepararse más y conseguir mayor información, y para ser honesto, la verdad es que lo está consiguiendo, sobre todo si comparamos con los años en que mi generación empezó, en la que no teníamos ningún crítico que nos apoyara, salvo cuatro amigos sin acceso a los medios de información. Este ha sido siempre un enorme hándicap, aparte de otros mucho más importantes, pero que es posible que a partir de ahora empiecen a cambiar.

— ¿Hasta qué punto es independiente el artista hoy de las oscilaciones del gusto estético que imponen las grandes galerías?

—Hay artistas que son independientes, entre los que quiero tener el honor de contarme, pero efectivamente hay galerías con el poder suficiente para imponer sus artistas, y lo hacen. En mi caso he demostrado que poco me ha preocupado esa presión, ni siquiera el guardar una posible imagen que se podía tener de mí, y si quería ser libre para evolucionar no podía ser de otra manera.

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