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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Los pícaros

Se ha celebrado o se está celebrando en Madrid un simposio o Congreso Internacional sobre la Picaresca, género literario español del XVII, que siempre ha preocupado, al mundo. La cosa me parece que ha sido en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas centro que, si nos atenemos a su currículum, más parece una Tertulia Inferior de Divagaciones Miríficas.El que lleva la cosa, creo, es Manuel Criado de Val, erudito e investigador literario al que admiro mucho y quiero como amigo. Un género literario no nace de la nada, y en el XVII hubo novela picaresca porque la vida española andaba apicarada. El pícaro es la versión maleada del villano, del buen pueblo español, del sufrido pueblo, del vulgo necio, que decía Lope. Necio, pero honrado. Una sociología o un costumbrismo elementales e inmediatos nos llevan a preguntarnos quiénes pueden ser, periodísticamente considerados, los pícaros de hoy en España.

Spartaco Santoni, que acaba de volver a la cárcel, por deudas del cine y de la vida, ¿es acaso un pícaro moderno hibridizado de playboy? No creo en absoluto, porque si así fuese no estaría en la cárcel, sino en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, «para que Criado de Val se lo mostrase a los hispanistas del mundo como rara especie del pícaro hispánico moderno.

Si, como hemos dicho, la picaresca era la versión, maleada de la realidad, ¿puede ser Silva Muñoz el pícaro de la democracia cristiana con respecto de la democracia cristiana de Gil-Robles o Ruiz-Giménez? Tampoco lo creo, porque tampoco le han exhibido en el Congreso y el Consejo ésos como tal.

Los eternos descontentos dicen que Emilio Romero ha sido el pícaro del régimen, así como Chicote, al que ahora le han quitado el bar de las Cortes, era el barman del franquismo. Yo, que soy un descontento, pero no eterno, niego asimismo que Emilio Romero fuese tal. Y conste que no tengo en demérito, sino todo lo contrario, la figura entrañable y lazarilla del pícaro.

Los españoles, en general, sí que hemos sido los pícaros de los norteamericanos, pero les hemos hecho nuestras picardías de a peseta y nuestros timos de la estampita a cambio de un peligro atómico y una invasión multinacional que nos salen muy caros. El señor Villar Mir, dándoselas de pícaro nacional, se viene de Estados Unidos con una deuda de muchos millones de dólares. El toco-mocho de Villar Mir lo vamos a estar pagando los nacionales durante muchas generaciones. A ver.

Todos hemos sido pícaros. y la de un régimen que iba un poco a ciegas, y al que llevábamos de la mano, pero que en realidad nos llevaba a nosotros, como el de Tormes. ¿Y los pícaros, de la Monarquía? Lo son todos los que se han revestido de monárquicos apresuradamente, los que se han remudado sin despacio por estar con los tiempos y con el Rey. ¿Hay una picaresca síndicovertical con respecto del sindicalismo real de la calle y de Camacho? Camacho acusa al verticálismo de muchas cosas, pero no de pícaro, que yo le haya oído, o sea que no lo será.

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-La picaresca, más que un género literario, es un género de vida de los españoles. Hay una picaresca contracultural de izquierdas y una picaresca trincona de derechas. ¿Es el señor Pallach el pícaro del socialismo, su contrafigura degradada, como el pícaro del siglo áureo era la contrafigura del hidalgo? Ni se sabe. La picaresca de las cátedras se las dio todas a los de un mismo credo y un mismo camino.

¿Es José Luis Varela el pícaro de Tierno Galván, en el sentido de ser su contrafigura universitaria? ¿Quién es el pícaro y quién el hidalgo con palomares de libertad derruidos en Valladolid? ¿Es Revello de Toro el pícaro de Antonio García López, su contrafigura hiperrealista y retratista? Difícil apaña de hidalgos y pícaros que nunca acabarán de entender los tiernos hispanistas que ahora nos visitan.

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