Para Londres, las relaciones con París son una cuestión de "celos"
Giscard D'Estaing llega hoy a Londres, para iniciar una visita oficial de tres días a Gran Bretaña, la primera, que hace un jefe de Estado francés desde que vino el general De Gaulle hace dieciséis años.Antes y ahora, las relaciones de ambos países han estado señaladas por rivalidades que proceden de los tiempos en que Gran Bretaña y Francia disfrutaban de poderes imperiales.
A partir de 1950, esas rivalidades se concentraron en el terreno europeo. El general De Gaulle vetó en dos ocasiones la entrada de Gran Bretaña en el Mercado Común. A pesar de que desde enerd de 1973 este país es uno de los nueve, Francia ha seguido comunicándose mucho mejor con Alemania que con el Gobierno de Londres.
El presidente francés dice que detrás de todas estas incomprensiones hay un cierto sentimiento de celos que han hecho dificil un entendimiento. Para tratar de superar esta situación viene Giscard a Gran Bretaña.
Lo cierto es que los dos países han venido acusándose en los últimos tiempos de defectos parecidos. Los franceses dicen qúe «Europa ayudaría a Gran Bretaña si ésta se comprometiera de verdad a entrar en lo que los mismos ingleses llaman el juego europeo. Los británicos, por su parte, dicen que Francia- acepta ese juego sólo porque participó en la confección de los reglamentos.La actitud'de los dos paises se mira desde la Comisión Europea de Bruselas con ironía, porque se cree allí que tanto Gran Bretaña como Francia lo único que han hecho es cuidar sus propios intereses cuando se ha tratado de hablar de los grandes problemas del continente. Hasta ahora; las decisiones de Europa se han tomado en París o en Bonn, pero siempre con gran influencia parisiense. Los pequeños países de la CEE esperaban que Gran Bretaña desnivelara esta balanza, pero los ingleses se han resistido a aceptar ese reto.
A pesar de que resulta tradicional hablar de las malas relaciones que han existido'entre los dos países cuyos jefes de Estado van a encontrarse mañana, en el Foreing Office hay optimismo. El representante británico ante la CEE dijo el domingo en la radio inglesa que aún existen diferencias de criterio, «pero durante los últimos tiempos nos hemos mostrado de acuerdo en muchísimas cosas, y nuestra cooperación en temas internacionales ha sido intensa y fructífera. Nuestras relaciones han sido aún mejores desde que el Gobierno laborista renegoció el acuerdo que los conservadoires lograron en 1973 para integrar a Gran Bretaña en el Mercado Común».
Sin embargo, en Francia, esa urgencia laborista en renegociar el acuerdo fue vista con recelo. Para los franceses es evidente que el Gobierno de Londres está formado por malos europeos, personajes que, como el primer ministro Callaghan, siempre estuvieron en contra de la entrada de Gran Bretaña en la CEE, aceptaron luego el ingreso, con reticencias, y finalmente han renunciado a cooperar en la llamada "organización de Europa" por usar palabras de Giscard.
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