Los méritos de la novela social española
Conferencia de Eduardo Chamorro
«Todavía Eduardo Chamorro sabe anteponer una noche con una mujer o bebernos una botella de güisqui escuchando a Billy Holliday, a cualquier tipo de estupidez gregaria, lo que tiene gran importancia en un mundo cada vez más aburrido», comentaba a EL PAIS José María Alvarez, que intervino en el acto organizado por aula de narrativa de Instituciones Culturales Vox, el pasado viernes. Eduardo Chamorro pronunció una conferencia sobre De Joycey Beckett a la Escuela Neoyorkina, en la que expuso, a grandes rasgos, sus preferencias literarias.José María Alvarez señaló que «amo lo que crece turbiamente en el alcohol de la memoria, una memoria inscrita lúcida, cortante y desesperadamente en el mismo incendio en que nos consumimos y con la misma falta de piedad que él. Lo que, contra, cualquier laberinto esterilizante, apele a la pura sensación de existir, sin pacto ni redención, revelando la absoluta ineficacia de cualquier tinglado preconcebido ante la erosión del tiempo, el sexo, el amor y la muerte. Esas, y no otras, son las grandes del hombre y de su ejercicio de la literatura».
Eduardo Chamorro comenzó su disertación señalando las lecturas que más le habían impresionado en su infancia y adolescencia, entre las que destacó a Baroja, Valle Inclán, los libros de Tarzán, algo de Galdós, Mark Twain, Melville y Faulkner. Tras ellos descubre a Joyce y a Beckett. «Lo que en Joyce era voluntad de trascender una imagen hasta situarla en el reino de los arquetipos, realizando esta labor con una seriedad monacal, un rigor de asceta y un empecinamiento tan ejemplar como dramático, en Beckett se convertía en absoluta voluntad de sarcasmo, describiendo el drama del hombre y de la soledad con trazos ferozmente grotescos". Tras apuntar una serie de reflexiones sobre el conocimiento y la memoria, pasó a analizar someramente la novela social española: «La novela social realista de los años cincuenta y sesenta sólo tiene a su favor un dato: lo que en ningún periódico se pudo publicar durante esos años y lo que durante ellos se vio condenado a la catacumba está en las páginas del socialrealismo español. Eso frente a la historia es motivo de orgullo, pero no alcanza tal galardón en cuanto a la literatura se refiere». Finalizó su conferencia señalando el talento de escritores como Norman Mailer, Bernard Malamud, Scott Fitzgerald y el resto de los componentes de la Escuela Neoyorkina.
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