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Cálida acogida del Congreso americano a las palabras del Rey

Don Juan Carlos I fue cálidamente acogido en una sesión conjunta del Congreso norteamericano, durante una histórica visita que abrirá nuevas vías a las relaciones de España con los Estados Unidos, y, según esperan los congresistas, con las democracias occidentales.

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El Rey promete una Monarquía democrática

Senadores y representantes aplaudieron intensamente los pasajes del discurso del Rey, que prometían que la Corona sería «una institución abierta en la que todos los ciudadanos tengan un sitio holgado para su participación política», y que anunciaban que «la Monarquía hará que, bajo los principios de la democracia, se mantengan en España la paz social y la estabilidad política». Los aplausos estallaron, en este pasaje, cuando Su Majestad anunció que habría acceso ordenado al poder «de las distintas alternativas de Gobierno, según los deseos del pueblo libremente expresados».El Rey de España, que comenzó ayer por la mañana su visita oficial a los Estados Unidos, durante las celebraciones del bicentenario de esta nación, se dirigió a un grupo de unos 300 senadores y representantes, en un inglés perfecto, de tono firme y escasamente enfático, haublando desde el pódium del vicepresidente de la nación y presidente del Congreso.

Se atribuía enorme importancia política a las palabras del Rey de España en esta ocasión, tanto para el futuro de las relaciones entre los dos países como para el grado de apoyo que se podría presitar desde aquí al proceso de democratlzación español. Los diez minutos dedicados por el Rey a rememorar la trascendental ayuda que España prestó a la independencia de Norteamérica fueron respetuosamente acogidos por el curioso y atento silencio de los congresistas. Los pasajes que hablaban del futuro de España, y la salutación final al pueblo norteamericano fueron saludados con aplausos del Congreso durante varios minutos.

El presente de España

Los Reyes de España, que habían llegado a Washington el martes, procedentes de la RepúblIca Dominicana, iniciaron el miércoles a las 10,30 de la mañana su visita oficial, con un acto de recepción en el jardín de la Casa Blanca, en medio de la ceremoniosa maquinaria de los honores militares y la simpática acogida de unos cientos de visitantes que, ondeando banderas españolas y norteamericanas, dieron vivas al Rey y a España. El presidente Ford, en su discurso de bienvenida, dijo que España había dritrado en una nueva era. España -añadió- estaba haciendo una importante contribución al mundo occidental, y a las regiones atlántica y mediterránea.Por su parte, el Rey, en su discurso de respuesta a Ford, dijo que esperaba que esta visita permitiese «al pueblo norteamericano valorar la importancia de la ayuda que España dio a la lucha por la independencia de su país y le hará interesarse todavía más en la historia y el presente de España».

El Rey señaló que «nuestros dos países están unidos por tantos lazos, que bien puede decirse que, de alguna manera, vuestra historia y vuestra geografía han sido, en una gran parte, también las nuestras».

El momento crucial de este viaje regio ha sido la sesión conjunta del Congreso norteamericano. Aunque no se considera que existan obstáculos serios a la ratificación del Tratado hispano- norteamericano de enero de 1976, senadores y representantes esperaban con interés este discurso, que es la principal comunicación política que España haya hecho nunca llegar a los Estados Unidos. La expectación dispensada al Rey hace pensar a los observadores del Congreso que la vara de medir las relaciones con España ha cambiado realmente, y se ha vuelto más exigente. Los aplausos otorgados a las palabras del Rey hacen pensar a estos observadores que el Rey cuenta con la simpatía de los legisladores norteamericanos, para la mejora de las relaciones mutuas.

El Rey, en la OEA

La Reina Sofía estuvo presente entre el público, en la galería de visitantes. Su llegada fue acogida con vivos aplausos desde la sala y del público asistente. El Rey fue invitado después a un almuerzo con los miembros de los Comités de Relaciones Exteriores del Senado y el de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes. Durante su almuerzo en el Congreso, los asistentes al banquete formularon preguntas de naturaleza política al Rey, que fueron contestadas por el ministro español de Asuntos Exteriores. Los congresistas no quieren prestar su atención a un Jefe de Estado extranjero si no tienen la esperanza de que su nación se muestre positiva respecto de los valores democráticos que esos representantes deben defender para justificar su elección en sus Estados y distritos de origen.El Rey asistió, a primeras horas de la tarde, a una sesión solemne de la Organización de los Estados Americanos, donde dirigió un mensaje a los pueblos iberoamericanos, en que les dijo que «venimos a esta Organización a deciros que España, madre de muchos pueblos que viven en este nuevo mundo, ama la libertad, confía en su futuro, trabaja firmemente en el terreno del progreso industrial y técnico, se identifica con el derecho como instrumento para alcanzar la justicia, y propugna en la sociedad internacional la escrupulosa protección de la soberanía de cada Estado y la defensa de la paz como meta última de la comunidad mundial».

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