Quince toros, una agresión y un arrebato
Dos corridas desechadas, dos toros devueltos al corral, un informador agredido y una reventa sin billetes que llevarse a la boca. La corrida de ayer fue pródiga en acontecimientos, que no en buen toreo, al decir de los entendidos.
Martes y trece. Trece toro desechados antes de que comenzase la corrida. Y otros dos que abandonaron el coso acompañados de cinco hermosos cabestros: dos berrendos y tres castaños. Total, quince toros para una tarde. Un buen balance. La Feria de San Isidro, más que una sucesión de faenas se está convirtiendo en un desfile de hermosos -es un decir- modelos de cuatro patas, rabo y cuernos. El coro «ochostarra» ya canta aquello de «tengo una vaca lechera, no la torea cualquiera» y los avisados van a Las Ventas con pancartas alusivas a la fiereza de las reses: «Heidi, llevate la cabra», rezaba aquella que se exhibió al salir el tercero de la tarde.Pero el programa permanece. Y no para bien, precisamente. Cierto que a la entrada es ofrecido a grandes voces. Cierto que sólo se ad quiere «por la voluntad». Sin embargo, páginas informativas sólo tiene dos. Y pobres. La portada es un cartel de feria adornado de anuncios de restaurantes. La página dos se dedica al vino. La tres, al «paseillo», que describe todos lo días en tres idiomas. La cuatro, a los «lances de capa», también en tres lenguas. La quinta, adobada como las anteriores con anuncios, de restaurantes, habla de alguna efemérides taurina, La sexta y séptima se dedican a la información sobre ganadería, toreros y toros. La que se refiere a picadores, banderilleros y puntillero, sin embargo, es tan poco explícita que nadie puede identificar a uno de estos subalternos en plena acción. La octava es una crónica. de. alguna corrida. La novena respira alcohol. La décima, en un alarde de conocomientos, relata «la suerte suprema» en español, inglés y francés. La undécima habla de dinero y la duodécima te invita a abandonar la Feria para hacer turismo por algún país allende el «charco». En resumen, una docena de páginas bien aprovechadas publicitariamente. Y al ridículo precio de «la voluntad». En cualquier teatro, el programa lo ofrece el acomodador cuando te dispones a tomar asiento. Y las entradas son más baratas.
Ea, ea, ea, Palomo se cabrea». Y montó el número. Le traicionaron los nervios y tuvo que sujetarle un subalterno para que no hiciera algo de lo que más tarde, a lo mejor, se arrepentiría. Ofrecer el pecho a un toro resulta siempre peligroso, aunque la res tenga clavada una espada hasta su empuñadura. «Eso no lo hace delante de un Hernández Plá, que embisten incluso después de muertos», se comentó. Para Juan Manuel Moreno, apoderado de Paco Lucena, la actitud del. diestro no fue más que «un gesto de casta torera»; para Francisco Marín, ganadero, se trató de una «reacción de amor propio profesional. »
Cuentan que este año la reventa no funciona bien. Aseguran que ayer los revendedores se quedaron sin un billete que llevar a la boca. El cartel sonaba y decidieron adquirir más. En las escalerillas de salida del metro dé Ventas las solicitaban a cualquier precio.
Babelia
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